Los días 19 al 24 de enero, y acompañados por Mons. Joan-Enric Vives, Arzobispo de Urgell y Presidente de la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades de la CEE, se reunieron un grupo de 22 directores espirituales de los Seminarios españoles, en el Colegio Español de St. José de Roma para un Curso de formación permanente especialmente pensado para los acompañantes espirituales de los futuros sacerdotes. El Curso concluyó con una misa en las Catacumbas de Priscila, presidida por Mons. Vives y con el obispo electo de Barbastro-Monzón Mons. Àngel Pérez Pueyo, hasta ahora Rector del Colegio Español de Roma. Fue presentada una relación del Encuentro al Arzobispo Secretario de la Congregación Mons. Jorge C. Patrón preparada por el Rvdo. Alfonso Crespo de la Diócesis de Málaga.
Os ofrecemos el texto de la relación:
Nuestro encuentro ha estado marcado por una auténtica experiencia de Formación Permanente. Como sacerdotes, hemos acudido a unos días de formación especial que nos habilite mejor para el ejercicio del ministerio encomendado por nuestros obispos al servicio de nuestras iglesias particulares, en la tarea peculiar y hermosa de colaborar directamente en el discernimiento vocacional y el acompañamiento de los futuros sacerdotes de nuestras diócesis.
El clima de convivencia ha sido un signo de autentica fraternidad sacerdotal: participamos 25 sacerotes, de 20 diócesis distintas, acompañados por el Obispo presidente de la Comisión Episcopal del Clero, Mons. Joan-Enric Vives, el Rector del Pontificio Colegio Español, obispo electo de la Diócesis de Barbastro

Monzón, Mons. Ángel Pérez Pueyo. Nos han ofrecido su reflexión el P. González Magaña, de la Pontificia Universidad Gregoriana, el P. Germán Arana de la Universidad Pontificia de Comillas, el Rvdo. D. Emilio Lavaniegos de esta Congregación del Clero y Seminarios, D. Alonso Morata, director de la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades de España. Y hemos contado, también, con la presencia y ricas aportaciones de Mons. Juan Esqueda Bifet, un referente para todos nosotros de una vida dedicada al servicio de la Iglesia y con larga experiencia en el tema tratado.
La diversidad de edades, con un predominio de sacerdotes jóvenes ha sido un estimulo para los sacerdotes de más experiencia, estableciéndose un auténtico intercambio de vivencias y experiencias, suscitándose preguntas a lo largo de las exposiciones de los ponentes y en los diálogos posteriores y en los mismos pasillos de nuestro Colegio, que nos ha acogido con la amabilidad y disponibilidad que siempre han mostrado los PP. Operarios al servicio de los sacerdotes.
La meditación de la lectura continua de la Carta a los Hebreos y los primeros capítulos del Evangelio de Marcos han alimentado junto a la Eucaristía nuestro trabajo. Hemos cuidado la dimensión espiritual, eje que sostiene las diversas dimensiones formativas. Hemos tenido el privilegio de asistir a la audiencia del Papa Francisco y hemos escuchado con devoción filial sus vivencias del reciente viaje a Filipinas, un país tan unido a nuestra historia misionera; su bendición ha sido un estímulo para nuestra tarea al servicio de la Iglesia particular, teniendo muy presente la universalidad de la Iglesia.
La dimensión espiritual, se ha alimentado también de la visita a los Scavi, no solo con curiosidad ilustrativa sino como apoyo a nuestra confesión de fe, junto a Pedro. Mañana, en la clausura de esta convivencia en las catacumbas de Priscila, tocando la fuerza evangelizadora del martirio, invocaremos que se haga realidad lo que hemos oído a los formadores de nuestros Seminarios: «sangre de mártires, semilla de cristianos». Hemos enriquecido nuestra dimensión humana con la convivencia, la cultura y la contemplación de la belleza de Roma.
También hemos cultivado la dimensión intelectual: los expertos que nos han acompañado han suscitado en nosotros «deseos de saber más para servir mejor».
El P. Arana, en un primer momento de Retiro, nos presento a Cristo como «modelo de todo educador», suscitando en nosotros un renovado deseo de configuración con Él.
En su ponencia posterior, nos ayudo a reflexionar sobre el papel del Director Espiritual en un momento concreto y en unos seminarios determinados: muchos candidatos, dentro de las escasas vocaciones que hoy acuden al discernimiento vocacional, vienen de un mundo herido, con unos condicionantes personales especiales: edad, movimientos de origen, psicologías raras, etc.
Varios temas suscitaron nuestra atención y fueron motivo de diálogo:
– La configuración del equipo de formadores.
– La función esencial del P. Espiritual en la tarea formativa.
– La necesidad de provocar en el candidato una transparencia comunicativa.
– La distinción entre foro interno-foro externo.
– La dificultad educativa que suscita en muchos seminarios el bajo numero de seminaristas.
– Subrayamos, especialmente, la necesidad de que el acompañamiento suscite en el candidato el deseo de una auténtica experiencia de encuentro con Cristo.
El P. González Magaña, nos presentó un «cuadro interpretativo de la crisis vocacional». Al hilo de Pastores dabo vobis , insistió en tres aspectos:
– Crisis de conciencia del ser sacerdotal: crisis de identidad
– Crisis de madurez en la afectividad.
– Crisis de la voluntad de mantener la fidelidad al ministerio.
Varios temas ocuparon nuestro diálogo:
Dentro de la unidad entre Formación Inicial-Formación Permanente, la necesidad de un buen discernimiento previo antes de la ordenación, sin precipitaciones; y la urgencia de articular el acompañamiento adecuado en los primeros años de ministerio. El aterrizaje pastoral y los primeros años de ministerio son decisivos.
Nos detuvimos también en el mundo complejo de la afectividad. Constatamos la necesidad de reforzar esta área de la formación, recurriendo a expertos si es necesario.
Se insistió en la necesidad de la comunidad como marco formativo. Se constató la cierta incapacidad que muestran muchas candidatos para la relación empática con sus compañeros y con el entorno en que van a vivir. Esta dificultad se agrava con el escaso número de miembros de muchos seminarios.
Una segunda ponencia trató sobre la clave eclesial en el discernimiento y acompañamiento vocacional. Al hilo de los E. E. de San Ignacio, y en concreto de la «Regla para sentir con la Iglesia», resaltó la necesidad de evaluar y formar esta dimensión esencial: sin amor a la Iglesia, no es posible una madurez espiritual cristiana y se dificulta una identidad sacerdotal bien construida.
Al hilo de esta reflexión se suscitó la necesidad de cuidar la clave formativa del profesorado, revisando que la teología, especialmente la cristología y la eclesiología sean dos asignaturas que pongan bases sólidas para esta experiencia.
3) D. Emilio Lavaniegos nos presentó «la dimensión espiritual en la nueva RFIS». Gráficamente nos encuadro la centralidad de la dimensión espiritual (el vértice del triángulo) que descansa en la sólida base de la formación humana (base horizontal), que son apoyadas, por los lados, por la dimensión intelectual y pastoral. El grafismo de la imagen nos hizo presente la riqueza de Pastores dabo vobis.
Desde la máxima «el seminarista es un discípulo llamado a ser pastor» se reflexionó sobre las diversas dimensiones. Subrayándose la integralidad de la formación como proceso y la preeminencia de la dimensión espiritual.
Posteriormente, se marcaron las diversas etapas formativas, sus objetivos y contenidos. Nos llamó la atención el hilo conductor de la Sagrada Escritura como fuente de inspiración de cada etapa del proceso formativo, subrayándose que el objetivo final es acompañar al candidato a que pueda hacer una «opción firme por el sacerdocio como modo de seguimiento de Cristo».
Vivimos esta ponencia con expectación y progresivamente fuimos sintonizando con ella. Varios temas provocaron nuestro diálogo:
La novedad e importancia del Curso Introductorio.
La centralidad de la formación espiritual como eje articulador.
El riesgo de que la dimensión intelectual sea la que marque el proceso.
– Sentimos alivio porque creemos que puede ser un soporte y ayuda para articular mejor la formación que se imparte en los seminarios. En concreto, a los PP. Espirituales pueden facilitarnos criterios de discernimiento y claves formativas vistas como un progreso continuo y bien articulado. Acogemos con ilusión y esperaza el documento que, recepcionado y trasladado a la realidad de cada iglesia local, puede prestar un valioso servicio a los Seminarios.
D. Alonso Morata, nos propuso, desde una lectio divina de dos pasajes evangélicos (el pasaje entrañable de Emaús y la vocación de Andrés) algunas claves vocacionales y la forma de acompañamiento de Jesús, Maestro y modelo de acompañante.
Esta lectio nos ayudó a poner de relieve la importancia de la Palabra de Dios en la formación.

Concluiremos esta tarde, con otra sesión de trabajo con D. Emilio Lavaniegos. Pero ya podemos presentar un balance positivo. Ha sido una rica experiencia de fraternidad sacerdotal y un apoyo adecuado al mejor ejercicio del ministerio confiado.
Este encuentro con miembros de la Congregación, que ahora celebramos, también enriquece nuestra formación: nos sentimos más cerca del Papa Francisco en la acogida de sus estrechos colaboradores.
En este Año Teresiano, tan importante para nuestro país, queremos invocar un pensamiento de la Santa doctora, como clave formativa: «en tiempos recios… se necesitan amigos fuertes de Dios». Gracias.

Alfonso Crespo Hidalgo
Diócesis de Málaga