Fecha: 27 de junio de 2021

El pasado 30 de mayo daba a conocer la organización de la Asamblea Diocesana de este curso. Ahora quiero dar cuenta de su desarrollo a todos los lectores del FULL que se distribuye en las parroquias y a quienes reciben información a través de las páginas de nuestra prensa local. Agradezco la deferencia de los directivos por publicar mis comentarios.

Os cuento. Durante toda la mañana del último sábado de mayo nos reunimos en la Casa de la Iglesia alrededor de ochenta personas y otras ciento treinta se conectaron vía telemática desde sus propios domicilios o, en grupos, desde sus parroquias o comunidades religiosas. Nos sujetamos a las medidas de seguridad sanitaria que nos imponen nuestras autoridades. Según mi parecer fue una reunión muy provechosa y todos manifestaron su satisfacción por el contenido, por el tono utilizado y por las llamadas a la esperanza en esta situación pandémica que estamos sufriendo.

Ya hace muchos años que se convoca la Asamblea. No es ninguna novedad para nadie y, aunque el año pasado no se pudo celebrar, había este año cierta expectación por ver si éramos capaces, y cómo, de salir bien del reto planteado: reunir a un grupo numeroso en el local y hacer atractiva la participación de muchos otros desde la distancia. Creo que se consiguió.

Dividimos la mañana en dos partes. La primera presentaba el resultado de los trabajos realizados en las distintas reuniones de parroquias y movimientos apostólicos durante los meses anteriores. Se tituló PLAN DE ACTUACIONESDIOCESANAS PARA EL CURSO 2021-22. Lo anoto de manera muy resumida: 1.- Fortalecer una formación diocesana estructurada y animar los grupos de catequesis y del catecumenado de adultos. 2.- Ir a las fuentes de la fe y profundizar en ellas desde una fuerte espiritualidad con el centro en Jesucristo y un acompañamiento recíproco para que nadie quede solo. 3.- Potenciarlos grupos de Cáritas parroquial impulsando aquello que nos aproxima a ser testimonio de buen samaritano. 4.- Acoger y acompañar en el interior de la comunidad parroquial y organizar los recursos dando respuesta a las necesidades de evangelización y atención material con mayor eficacia. 5.- Que las celebraciones de la fe tengan la dignidad debida para que los participantes vivan en comunidad un auténtico encuentro con Cristo. 6.- Favorecer la comunión inter-parroquial, uniendo el esfuerzo de todos y complementandolas tareas indispensables que toda comunidad debe mantener. 7.- Profundizar en la corresponsabilidad de los laicos en todas las comunidades; los sacerdotes atienden al Pueblo de Dios en la predicación de la Palabra y en la administración de los sacramentos pero hay muchas tareas asumibles por los miembros laicos de toda la comunidad. 8.- Revitalizar y renovar los lenguajes en las comunidades parroquiales de modo que se acepte mejor el Evangelio y se impulse de forma más adecuada el anuncio del mismo fomentando la fraternidad. 9.- Que la curia diocesana promueva con eficacia la utilización de recursos para que todas las parroquias tengan lo mínimo indispensable para cuidar el patrimonio y favorecer la cercanía comunitaria.

La segunda parte de la mañana consistió en una ponencia del Dr. Joan Viñas, tituladaLa esperanza cristiana ante la pandemia. Respondió al lema de la jornada, Siempre esperanzados, con clara referencia a los cristianos que, unidos a Cristo, no perdemos nunca la alegría, la esperanza y el compromiso de servicio con los necesitados. Hubo varias y valiosas aportaciones de los reunidos y terminó la Asamblea con un explícito agradecimiento mío por el desarrollo de la jornada y, sobre todo, por el trabajo de cada uno a lo largo del año. Ahora, a poner en práctica todos las buenas propuestas que allí salieron. Nos corresponde a todos.