Fecha: 11 de mayo de 2025
En una sociedad cada vez más globalizada, la transculturalidad deviene un concepto clave para entender las nuevas formas de identidad, convivencia y cohesión social. Este fenómeno no solo hace referencia a la convivencia de varias culturas en una misma persona o en un mismo espacio, sino que implica la interacción activa y la creación de nuevas formas culturales a partir del diálogo entre ellas. Como dice Ernesto Maleno, “es la realidad a la cual estamos denominados en estos tiempos, una respuesta amorosa a tanta violencia y disgregación”. Uno de los ejemplos más inspiradores y recientes de esta realidad puede ser Lamine Yamal. Nacido en Esplugues, creció en el barrio Rocafonda de Mataró, hijo de padre marroquí y madre ecuatoguineana, Yamal representa una generación que no entiende las fronteras culturales como muros, sino como puentes. Su éxito dentro y fuera del terreno de juego evidencia como la diversidad puede ser una fuente de riqueza colectiva. Lejos de los discursos excluyentes, su recorrido vital nos habla de resiliencia, integración de identidades culturales, esfuerzo y respeto.
En un momento en que las identidades pueden ser motivo de tensión o división, Lamine Yamal en este momento, además de su habilidad con la pelota y el fútbol, puede ser referente para muchos jóvenes y no tan jóvenes, que, como él, llevan en la piel y en el alma más de una cultura. No hay que escoger solo una.
Su presencia en el Barça y otras alineaciones de fútbol envían un mensaje poderoso: la identidad no es una etiqueta única, sino una suma de influencias, vivencias y valores. En Yamal encontramos una voz joven, pero potente, que nos recuerda que la convivencia entre culturas no es solo posible, sino deseable y enriquecedora. Nos invita, pues, a replantear cómo entendemos la catalanidad y la ciudadanía hoy. Más allá de los orígenes, lo importante es lo que se construye conjuntamente, con respeto y voluntad de compartir. Educarnos en el reconocimiento de lo que nos une en vez de acentuar lo que nos separa, la diversidad en armonía es el camino. La transculturalidad es una realidad cada vez más presente y necesaria. Y figuras como la de Lamin Yamal nos ayudan a ver claro. Gracias Lamine y el 304.