Fecha: 29 de junio de 2025

Estimados hermanos y hermanas:

Os envío estas líneas desde el santuario de Lourdes (Francia), donde me encuentro de peregrinación con la Hospitalidad. Santa Bernardette Soubirous, quien recibió la visita de la Virgen María en multitud de ocasiones (dicen los estudios que hasta en dieciocho ocasiones), recibe de la Señora una doble misión: «Vete a decir a los sacerdotes que se venga aquí en procesión y que se construya una capilla». Y aquí estoy, una vez más.

Bernardita, aparición tras aparición, palabra tras palabra y detalle tras detalle, comprende que Dios se interesa por ella, haciéndose cercano a los más pobres, enfermos e indefensos, de aquellos a los que el mundo ignora y excluye. Así se construyó la Gruta desde la cual os hago llegar estas líneas: con vosotros en lo más profundo del alma, recordando vuestras vidas y todas las peticiones que me habéis encargado dejar a los pies de la Santísima Virgen de Lourdes.

La santa, nacida en Lourdes el 7 de enero de 1844 en una familia humilde de molineros, ante el peligro de encarcelarla, aseguraba no tener miedo de nada, «porque siempre he dicho la verdad». Además, decía: «No estoy encargada de hacéroslo creer, estoy encargada de decíroslo».

Con un insondable espíritu hospitalario, hoy, desde aquí, os tenemos a todos y a todas presentes. Desde el servicio, poniendo al más necesitado antes que a nosotros; desde la disponibilidad, ofreciendo todo lo que tenemos en todos los rincones donde podemos ser necesarios; desde la docilidad, aceptando y aprendiendo todo lo que viene de parte de Dios y de los hermanos; desde la constancia, cumpliendo el servicio con alegría, hasta que llegue el momento de volver; desde la generosidad, prestando nuestro corazón por entero, sin reservas de ningún tipo, abiertos a lo que el Espíritu sople; y desde el respeto más puro por la persona que acompañamos, con una dosis inconmensurable de delicadeza y ternura, tantos en los gestos, pasando por los detalles, como en las palabras.

Bernardita, fiel amante de los enfermos, nos deja un legado extraordinario en una frase que la Virgen le dice en una de las apariciones: «No te voy a hacer feliz en esta vida, pero sí en la otra». Su vida, que estuvo llena de enfermedades, sufrimientos y humillaciones, le valió para alcanzar la santidad, realizando la misión que Dios le encomendó, aceptándola con amor y dándole un sentido redentor. Le pido a la Virgen de Lourdes que este propósito que he vivido durante estos días de peregrinación, pueda hacerlo verdad con vosotros, queridos diocesanos tortosinos, todos los días de mi vida. Porque, como le expresó el obispo confesor de Bernardita a la santa, cuando todos pensaban que no era válida para casi nada, «la mayor experiencia no viene de lo que se hace, sino de lo que se da con amor». : ¡Que la Virgen de Lourdes nos proteja y nos cuide bajo su manto!