Fecha: 6 de julio de 2025
Los padres con hijos en edad escolar buscan un provechoso verano para toda la familia. El tiempo de descanso veraniego de los escolares es más extenso que el permitido para las profesiones paternas. Por eso tratan de encajar ese tiempo con una actividad que complete su formación académica. No desean sólo que los hijos se distraigan. Tratan de organizar su tiempo en contacto con otros y de practicar unas actividades que les permita crecer en valores y experimentar las virtudes. Que lo vivido en el seno de la familia sea compartido por otros.
Los niños y adolescentes en general aceptan con agrado salir unos días de casa y seguir las pautas educativas y recreativas en un ámbito distinto al de la escuela. Suelen marchar contentos y con ilusión de conocer nuevos amigos y estar en contacto con la naturaleza con unos adultos que les enseñarán a amarla y a reconocer como positivas las actitudes de compañerismo y solidaridad que despliegan todas las instituciones que organizan este tipo de actividades veraniegas.
Las instituciones de tiempo libre tienen carta de naturaleza en nuestra sociedad desde hace mucho tiempo. Muchos padres y abuelos actuales han participado en su juventud de este tipo de educación no formal, lo recuerdan con cariño y agradecen a los responsables el entusiasmo que cada año muestran por organizar estas salidas de verano que complementan en muchos casos la actividad semanal, durante todo el año, en los locales preparados para ello. Estas instituciones son dignas de admiración y respeto por parte de toda la sociedad.
Los monitores, educadores y expertos en tiempo libre dedican parte de sus vidas a este tipo de formación no reglada. Son personas que, generalmente de forma gratuita y voluntaria, ponen su capacidad, sus virtudes y su ilusión en ayudar a crecer a los más jóvenes de nuestras familias. Pasan horas organizando las sesiones semanales o de verano con objetivos concretos, con actividades adecuadas, con recursos variados a fin de ayudar a un crecimiento equilibrado de todos los participantes. Sin este tipo de personas no sería posible la proliferación de campamentos, colonias o espacios naturales que vemos proponer en los centros educativos o en los lugares de esparcimiento. ¡Cuánta gratitud les debemos todos los demás! Continuad, no os canséis, transmitid la ilusión para que nuestro mundo sea cada vez mejor, con más paz, adecuada justicia y una profunda solidaridad para con todos. Sin barreras, sin exclusiones, sin polarizaciones. Lo diremos mejor todavía. Con escucha, con acogida, con diálogo constante y con sincera construcción de puentes entre los diversos grupos humanos.
He de agradecer de un modo especial a todos los que se dedican a esta actividad desde una motivación cristiana. Parroquias, colegios y otras instituciones de nuestra diócesis se afanan para añadir a las virtudes humanas el conocimiento del mensaje de Jesucristo. Es cierto que las familias ya hacen mucho con el acompañamiento a la recepción de los sacramentos. Pero es innegable que en todo momento y en cualquier circunstancia el bautizado ha de proclamar su fe y dar razón de su esperanza. Sean padres o familia en general, profesores o catequistas desean que la fe en Jesucristo sea vivida con radicalidad en todos los miembros de la Iglesia. Llena de sentido su propia vida y aumenta la felicidad personal y comunitaria de entregarse al servicio de los demás.
Una llamada final para que cada año aumente en cantidad y en calidad el número de monitores que acompañen la vida y la fe de los más pequeños. Es una misión que requiere personas humildes, exigentes, alegres y que sepan compartir sus propios dones.