Fecha: 7 de septiembre de 2025
Quiero dedicar mi primer escrito de este 7 de septiembre a agradecer y recordar lo vivido con los jóvenes de nuestra diócesis en Turín y Roma, del 27 de julio al 3 de agosto. Sin duda, para mí ha sido la experiencia pastoral más gozosa del verano. Todo un signo de esperanza.
La peregrinación comenzó con un largo viaje en autocar y unos días en Turín. Allí, entre calles llenas de historia, la oración en comunidad y la convivencia nos ayudaron a ponernos en camino como peregrinos e Iglesia joven. Fue una preparación providencial, muy inspiradora. El Espíritu Santo sopló en esos días. Compartir la vida cotidiana, celebrar la eucaristía en la catedral, cerca de la Santa Síndone (testimonio de la pasión y resurrección de Cristo), descubrir cómo la fe se hace cultura, santidad y solidaridad (Pier Giorgio Frassati, Cottolengo, Don Bosco…) nos unió como grupo y abrió el corazón a lo que vendría después.
En Roma, la intensidad se multiplicó. Más de setenta jóvenes de nuestra diócesis se unieron al gran caudal de peregrinos llegados de todo el mundo. Las oraciones en el patio de la escuela donde fuimos acogidos, el recorrido por iglesias, calles y basílicas, y sobre todo la vigilia y la gran eucaristía del Jubileo fueron momentos de gracia que aún resuenan en mi interior. Allí me sentí verdaderamente pastor, dejándome acompañar y acompañando a estos jóvenes con sus presbíteros que, con su alegría y su fe sencilla, me recordaban la belleza de seguir a Cristo en comunidad.
Lo que más me conmovió, sin embargo, fueron los gestos pequeños: conversaciones en el camino, oraciones compartidas en silencio, miradas agradecidas y pequeños descubrimientos. Muchos de ellos me dijeron que me sentían cercano, y esa cercanía fue recíproca. Siempre digo que la proximidad y la sencillez son dos maneras que Dios tiene de hacerse presente en la historia humana y en nuestras biografías. Disfrutar, recibir y ofrecer relaciones de proximidad y gratuidad nos resulta imprescindible para ser comunidades creíbles.
Por eso, esta experiencia no puede quedar como un simple recuerdo. El próximo domingo 21 de septiembre, en la Casa de la Iglesia, celebraremos un encuentro diocesano post-Jubileo, abierto a todos los que participamos. Será un espacio para revivir lo compartido, dar gracias por los frutos y proyectar juntos el futuro de nuestra Iglesia Joven (así llamamos a la delegación diocesana de pastoral juvenil).


