Fecha: 14 de septiembre de 2025

El texto del Evangelio que la Iglesia nos propone en la Eucaristía de este domingo es la escena del diálogo de Jesús con Nicodemo, un jefe judío que pertenecía a los fariseos. Este era un grupo que destacaba porque sus miembros intentaban cumplir estrictamente la Ley de Moisés. Nicodemo era un hombre íntegro y justo, ya que se opuso a que juzgaran y condenaran a Jesús sin antes haber escuchado su testimonio (cf. Jn 7,50).

En su Evangelio Juan nos explica que Nicodemo fue a ver a Jesús en plena noche. Nicodemo puede representar a todas aquellas persones que buscamos a Dios en nuestras noches oscuras, cuando no entendemos bien lo que nos ocurre o no sabemos qué camino seguir en nuestra vida.

Jesús le hace a Nicodemo una preciosa catequesis en la que le muestra el núcleo de nuestra fe. Cristo es nuestro Señor y Salvador. Jesús fue enviado por Dios para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Él espera de nosotros que le respondamos con fe y amor. El que camina tras sus huellas jamás andará en tinieblas, sinó que tendrá la luz de la vida (cf. Jn 8,12).

Jesús explica con ternura a Nicodemo que si quiere ver el Reino de Dios tiene que nacer de nuevo. Le anima a que se abra a la novedad del Espíritu Santo, soplo divino, viento de libertad que siempre nos sorprende y que siempre cuestiona nuestra manera de ver la vida. Pidamos a Dios que nos envíe su Espíritu para que transforme nuestra vida y nos dé fuerzas para anunciar la Buena Nueva y sembrar semillas de bondad en
nuestro mundo.

Nicodemo no vuelve a aparecer en escena hasta casi el final del Evangelio de Juan. Jesucristo ha muerto en la cruz. Todo parece perdido. Nicodemo es uno de los que pide el cuerpo de Jesús a los romanos porque quiere darle una sepultura digna. De hecho, compra unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe para ungir el cuerpo de Jesús. Esta cantidad era normal- mente usada para la sepultura de los reyes.

El encuentro con Jesús ha hecho que Nicodemo naciera de nuevo. Su corazón desborda generosidad. Cuando intentamos seguir a Jesús nuestra vida cambia. Él nos hace salir de la oscuridad y llena nuestra existencia de esperanza y amor desinteresado.

Queridos hermanos y hermanas, el ejemplo de Nicodemo nos ayuda a encontrar a Cristo cuando estamos desorientados y perdidos en las tinieblas. Nos muestra que es posible salir de la oscuridad y, con la ayuda de Dios, encontrar la paz que nuestro corazón anhela.