Fecha: 21 de septiembre de 2025
Una de las orientaciones para este nuevo curso que estamos iniciando en la diócesis hace referencia a la importancia de nuestra formación como cristianos, y especialmente en lo referente al trabajo sobre la sinodalidad impulsado por el papa Francisco y por el papa León.
Fue el papa Francisco quien, en su día, convocó el Sínodo de Obispos para tratar el tema «Por una Iglesia sinodal: participación, comunión y misión». Y promovió la participación de todo el Pueblo de Dios en la preparación de este sínodo que tuvo dos etapas, una en 2023 y la segunda en 2024.
Nosotros, como diócesis, hemos participado en la preparación de una y otra etapa y en un buen número de parroquias, comunidades y movimientos se han creado grupos de trabajo que han reflexionado sobre las propuestas de la Secretaría General del Sínodo, y hemos hecho llegar nuestras aportaciones y conclusiones a través de la Conferencia Episcopal.
Ahora nos encontramos en una nueva fase de aplicación de los trabajos del Sínodo. En la asamblea de Obispos del año 2024 se aprobó el Documento final y de este documento se han publicado unas «Pistas para la fase de implementación del Sínodo» en toda la Iglesia universal. Por este motivo, en todas las diócesis se ha creado un equipo sinodal formado por presbíteros, diáconos, religiosos y laicos representativos de la vida diocesana para impulsar este trabajo en nuestra diócesis.
Se trata de un documento que, como su nombre indica, ofrece «pistas» para realizar este trabajo conjunto. Su lectura y reflexión puede darnos orientaciones para organizar una formación a nivel diocesano en clave más misionera y sinodal que nos ayude a crecer como miembros de la Iglesia diocesana.
Necesitamos esta formación para vivir nuestra misión y poder ser verdaderos testigos en medio de nuestra sociedad. En esta formación, como muchas veces he dicho, es importante partir de la Palabra de Dios y profundizar en ella, y por eso sería necesario la creación de grupos de formación bíblica en las parroquias y grupos oración personal y comunitaria a partir de los textos sagrados, especialmente del evangelio. Necesitamos una formación que tenga en cuenta sobre todo la dimensión más profunda e interior, la dimensión espiritual y de hijos de Dios sobre la que se fundamenta toda la vida y la acción de la Iglesia.
Una formación que, además, podamos compartir conjuntamente todos, clérigos, laicos y consagrados, organizando grupos de formación a nivel parroquial o arciprestal en las comunidades, instituciones diocesanas, asociaciones y movimientos. Todos estamos implicados en ese trabajo de formación para la misión, porque el Señor cuenta con todos y cada uno de nosotros.