Fecha: 2 de noviembre de 2025
Muchos millonarios buscan remedios para vivir cientos de años. Pero en lugar de añadir años a la vida, ¿no sería mejor dar vida a los años? La filosofía nos plantea la pregunta clave: ¿cómo dar sentido y vida a cada día? Francesc Torralba lo dice con claridad: «La cuestión no es cuánto tiempo vives, sino qué haces». Y Josep María Esquirol nos recuerda que la vida buena no es espectacular ni está llena de efectos especiales, sino que está hecha de proximidad y cuidados, de resistir la superficialidad con gestos que humanizan.
El deseo de plenitud es universal. Pero Jesús lo lleva más lejos: no solo promete vida, sino vida en abundancia (Jn 10,10) y vida eterna. ¿Cómo? Con las Bienaventuranzas (Mt 5,3-12), que no son poesía naif, sino un manifiesto de felicidad real: felices los pobres, los limpios de corazón, quienes trabajan por la paz. No hablan de una felicidad fácil, sino de una libertad interior que transforma relaciones y sociedades.
El papa Francisco lo resume en la Gaudete te Exsultate: «Las Bienaventuranzas son el carné de identidad del cristiano» (GE 63). Y el papa León XIV, en Dilexi te, añade: «El amor que no se traduce en gestos concretos es solo una palabra vacía». Esta es la clave: la vida eterna no es un “premio final”, es una calidad nueva que empieza aquí y ahora cuando, caminando con Jesucristo, vivimos con justicia, humildad y misericordia. Un camino de plenitud que no termina con la muerte.
Torralba habla de buscar belleza, bondad y verdad como camino de sentido; Esquirol, de “habitar la vida” con profundidad. Las Bienaventuranzas son exactamente esto: una manera de habitar el mundo que da raíces y horizonte. Y la historia lo confirma: llena de hombres y mujeres santos -como los que celebramos cada 1 de noviembre- no perfectos, sino valientes, que han vivido así y han cambiado el mundo.
En medio de una cultura superficial, las Bienaventuranzas ofrecen un camino robusto y liberador. Una vida llena que no se acaba con la muerte, sino que se abre a la eternidad. Vida eterna.
¿Te interesa la vida eterna? No es una pregunta imposible, sino señal de que buscas plenitud y verdad. Si la respuesta es positiva, empieza ahora de la mano de Jesucristo, viviendo con coraje, queriendo sin hacer cálculos y dejando que el amor sea tu huella en este mundo. En la Iglesia lo podemos hablar, disfrutar y celebrar. Lo hacemos cada domingo.
 
					

