Fecha: 16 de noviembre de 2025

“Los domingos” es una película coral, con capas que se despliegan como páginas de un libro complejo: habla de la libertad, de la fragilidad, de la familia, de la fe católica y, quizá, de la intemperie emocional en la que viven muchos de sus personajes.

Ainara, la joven protagonista, es el detonante de un terremoto familiar cuando anuncia que quiere ser monja contemplativa. Pero reducir el filme a eso sería injusto. Lo que Alauda Ruiz de Azúa nos ofrece es un mapa de silencios e incomunicaciones: adultos que parecen fuertes, pero arrastran frustraciones, adolescentes que buscan sentido con una lucidez que a menudo menospreciamos. ¿Cuántas veces hemos dicho que los jóvenes “están perdidos”? Esta película nos recuerda que no siempre es así.

Hay un personaje con el que mucha gente no creyente puede identificarse: Maite, la tía que quiere “rescatar” a la chica. Una mujer que atraviesa un momento de crisis personal y que, bajo su aparente seguridad, proyecta sus propias carencias e inseguridades existenciales contra su pareja y la decisión de su sobrina. ¿Quizá ya no se sentía amada? Pero no quiero haceros un espóiler.

Me viene a la mente un pensamiento de Ortega y Gasset que es clave para interpretar tanto Los domingos como la película de nuestra vida: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Pensadlo bien.

Ni la fe ni cualquier vocación o proyecto de vida son una burbuja separada de nuestro mundo interior: emocional, psicológico, afectivo, relacional. El cristianismo, de hecho, es la religión de la encarnación, del cuerpo y de la comunión. Está lleno de benditas paradojas que integran a la persona con toda su complejidad. Las fragilidades, las necesidades y las crisis no son obstáculos: son el terreno donde maduramos humana y espiritualmente.

Me ha impresionado la valentía de una obra que cuestiona la familia cuando no ofrece el amparo que necesitamos. Los domingos nos interpela: ¿qué sostiene nuestra vida cuando todo tambalea? La fe, el amor (siempre imperfecto), la libertad, una convicción profunda… o todo a la vez, que también es posible y deseable.