Fecha: 28 de diciembre de 2025

Este domingo, situado dentro de la octava de Navidad, coincide con la fiesta de la Sagrada Familia: Jesús, María y José. Y este mismo día se celebra la Jornada de la Sagrada Familia, una iniciativa pontificia que también han hecho suya los obispos de la Conferencia Episcopal Española. El nombre de esta Jornada puede suscitar la siguiente pregunta: ¿es esta la fiesta de la santa familia de Nazaret o es el día dedicado a la basílica de la Sagrada Familia? Evidentemente, el motivo central, tanto de la fiesta como de la jornada, es recordar el modelo de vida cristiana que representa la familia en la que creció Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre.

Ahora bien, el posible doble sentido de la celebración de este domingo también nos permite una casi obligada referencia al gran templo ideado por Antoni Gaudí. Seguro que todos recordamos la visita del papa Benedicto XVI, en noviembre de 2010, para presidir la dedicación del templo de la Sagrada Familia y elevarlo a la condición de basílica.

Un año termina y otro comienza. En 2026 celebraremos el Año Gaudí, ya que ese año se cumplirá el centenario de su muerte. ¿Será este nuevo año también el de la beatificación del venerable Antoni Gaudí? Este es nuestro anhelo y nuestra petición a Dios, aunque de momento no tenemos respuesta a esta pregunta.

La fiesta que hoy celebramos es la fuente de inspiración que dio lugar al templo de la Sagrada Familia. Este templo existe porque existió la familia de Nazaret, que es modelo de vida cristiana. En este sentido, el papa Pablo VI nos lo recordaba en un discurso durante su viaje a Tierra Santa, cuando decía que todos necesitamos volver a Nazaret para contemplar el amor de la Sagrada Familia, modelo de toda vida familiar cristiana. Cuando pensamos en Jesús, María y José, pensamos en una familia humilde, sencilla, alegre, unida, que encuentra en el amor de Dios su razón de ser.

Jesús vino al mundo de una manera particular. ¿Por qué quiso nacer en el seno de una familia? Podía haber aparecido de la nada, predicando y cautivando a todos con su palabra ante un auditorio, pero no lo hizo. Lo conocimos pequeño y pobre en el entrañable calor de un hogar. Quizás, sencillamente, porque quería ser uno de nosotros y quería aprender a amar y a vivir como desde el momento en que nació. Sí, Él, Hijo de Dios, no tuvo privilegios; en este mundo pasó dificultades y sufrió. Lo hizo por amor a nosotros.

La familia es la primera piedra de la Sociedad y también a ella debemos nuestra existencia. Es la primera escuela donde lo aprendemos todo: a amar, a confiar, a compartir, a perdonar, a enfadarnos y a reconciliarnos, a ser padres, hijos y hermanos.

La familia es la iglesia doméstica, una pequeña semilla que puede dar mucho fruto. La familia se convierte en la primera transmisora de valores y de fe en Dios. No se encierra en sí misma, está llamada a abrirse más allá del núcleo familiar para crear comunidad cristiana y participar activamente en ella. Con sus acciones puede crear un tejido idóneo que ayude a formar una gran familia: la Iglesia. Una familia acogedora y comprometida con la sociedad.

Queridos hermanos y hermanas, tenemos en nuestra ciudad una basílica preciosa dedicada a la Sagrada Familia. Pidamos a Jesús, María y José que nuestras familias sean «sagradas» y signo del Reino de Dios y de vida en medio del mundo. Que sean germen de paz, de amor y de solidaridad.

¡Feliz fiesta de la Sagrada Familia!