Fecha: 6 de julio de 2025

Hay trayectos que marcan una vida… y otros que la pueden acabar. Este año, en la LVII Jornada para la responsabilidad en el tráfico, somos invitados a pararnos —no al semáforo, sino dentro del corazón— y repensar como conducimos. El lema de este año, “Que el Señor te bendiga y te guarde y llene tu esperanza”, no es solo una bendición: es un llamamiento a la conciencia, a la empatía y a la responsabilidad colectiva.

Conducir es un acto tan habitual que a menudo nos olvidamos de su poder. En un segundo, por mirar el móvil, por querer adelantar cuando no toca o por conducir cansados, todo puede cambiar. Según datos recientes del Servicio Catalán de Tráfico, una de cada tres víctimas mortales en las carreteras catalanas fue por una distracción o por exceso de velocidad. Y estas muertes no son solo cifras: son nombres, son ausencias, son sillas vacías en casa.

Puede parecer un detalle sencillo, pero empezar cada viaje con una pequeña plegaria —sea con palabras o en silencio— nos puede cambiar la actitud. Nos recuerda que Dios nos acompaña, que la vida es frágil, que no estamos solos y que todo trayecto es una oportunidad para amar, cuidarnos y cuidar. Y acabar el viaje con un agradecimiento, aunque sea breve, nos hace conscientes del don recibido.

Cuando frenas para dejar pasar un peatón, cuando no contestas aquel mensaje hasta haber parado, cuando reduces la velocidad por prudencia… estás diciendo: “tu vida me importa”. Esta es la verdadera solidaridad con las familias que han perdido alguien a la carretera: no comprometerse a no sumar más dolor. Tengamos un recuerdo lleno de afecto y proximidad hacia las familias que lloran la pérdida de sus seres queridos en la carretera. Rezamos por ellos y ellas.

Este 2025 hagamos que cada viaje sea también un acto de esperanza. Que el Señor nos guarde… pero que nosotros también hagamos nuestra parte de cuidarnos y cuidar en la carretera.