Fecha: 4 de enero de 2026

Estimados niños y niñas:

En sólo unos días, los Reyes Magos recorrerán nuestras calles. Pero hoy, en la víspera de su esperada llegada, sucede algo inmensamente bonito: vuestros sueños empiezan a brillar de una manera muy especial. ¿Sabéis por qué?

Tal vez creéis que Melchor, Gaspar y Baltasar viajan únicamente por montañas, desiertos y ciudades, buscando la luz de Jesús en lugares insospechados… pero no. Sus Majestades atraviesan los caminos del alma, revolviéndolo todo hasta encontrar la luz que cada uno de vosotros guarda dentro. Esa luz nace cuando hacéis algo bueno por los demás, cuando compartís con los que menos tienen, cuando dais un abrazo a alguien que lo necesita, cuando os portáis bien en casa y en el colegio o cuando rezáis por una persona que está pasando por un momento de dificultad. Esa luz es la estrella que estos días guía a los Reyes Magos hasta vuestra casa.

Ellos no vienen sólo para dejaros regalos: vienen para recordaros lo mucho que os quiere Dios. Hace muchos años, los tres siguieron una estrella para encontrar a Jesús, el Hijo de Dios que nació en un pobre pesebre de Belén —junto a la Virgen María y a san José— para llenaros de esperanza. Y, desde entonces, cada regalo que trae es como un susurro del Cielo que os dice: «No tengáis miedo, yo estoy con vosotros. Nunca olvidéis que vuestra vida es un tesoro, porque vosotros sois mi mejor regalo».

Si alguno de vosotros ha tenido un año difícil, si a veces se ha notado triste, apenado o cansado, quiero que sepáis algo: los Reyes vienen para recordaros que la alegría siempre renace, que no estáis solos y que el amor de Dios es capaz de iluminar cualquier noche.

¿Recordáis ahora algún momento del año pasado en el que os sintierais verdaderamente desconsolados? Jesús quiere deciros hoy que, con su nuevo nacimiento en Navidad, todo lo borra, todo lo consuela, todo lo hace nuevo. Y esta es la magia verdadera: que Dios os mira con ternura, que los Reyes os buscan con una inmensa alegría y que vuestro corazón es un pequeño Belén donde Jesús quiere nacer cada día.

Por eso, la madrugada del día 6, antes de su llegada, cuando dejéis en el salón un poco de agua para los camellos y algo de comer para los Reyes, hacedlo con una sonrisa y decidles antes de dormir, aunque sea muy bajito: «Mi corazón os espera, bendecidlo mientras duermo. Entrad, mi alma guarda un sitio para vuestra estrella. Si pasáis por mi puerta, dejad en mi corazón un poquito de la luz con la que buscasteis a mi amigo Jesús». Y, al despertaros, dad las gracias: por vuestra familia, por vuestros amigos, por cada gesto de cariño vivido este año. Que los Reyes Magos os encuentren despiertos por dentro, con el alma llena de luz y los ojos abiertos al asombro. Y que Jesús, el Niño que nunca deja de amaros, sea vuestro regalo más grande.