Fecha: 18 de mayo de 2025
«Tú eres Pedro. Sobre esta piedra yo edificaré mi Iglesia, y las puertas del reino de la Muerte no podrán resistirle» (Mt 16,18). Jesús fundamenta su Iglesia en la roca inconmovible de la fe de Pedro. En estos días en los que damos especialmente gracias a Dios por el nuevo sucesor de Pedro resuenan estas palabras del Señor en nuestro corazón.
El nuevo Papa nos recordaba en sus primeras palabras la tarde del 8 de mayo, dirigidas a todos los fieles y a toda la humanidad: «Dios ama a todo el mundo y el mal no prevalecerá». Es el gran anuncio de la Pascua, como una voz potente que sale de dentro del sepulcro, que sale también de dentro de los sepulcros de nuestra vida y nos anuncia a toque de trompeta que Cristo está vivo y actúa, que el mal no tiene ya poder para imponerse en el mundo. El pecado y la muerte son vencidos para siempre en el misterio Pascual de la resurrección del Señor. Hay que dar gracias a Dios por un nuevo pastor que necesita también que le encomendemos para que sea santo y nos guíe según el corazón de Bon Pastor. Un pastor con espíritu misionero, que nos ha dicho que hay que desaparecer para que Cristo brille, cercano a los pobres, con experiencia de entrega a la gente, hombre de oración, un hombre de Dios.
También es necesario dar gracias a Dios por el misterio de la Iglesia. Ella con solicitud maternal nos alimenta, nos cuida y nos hace crecer en la vida nueva de Cristo Resucitado. Agradecer con gozo que el Señor nos haya concedido el don de poder ser hijos de esta gran familia universal.
«Jesús dice a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?”. Él le contesta: «Sí, Señor; ya sabéis que te quiero». Jesús le dice: “Apacienta mis corderos”» (Jn 21,15). El papa León ha oído también en su corazón estas palabras que le encargan esta misión preciosa de ser el «dulce Cristo en la tierra» —tal y como llamaba al Santo Padre Santa Catalina de Sena—. Al mismo tiempo, también Cristo le encomienda dar la vida por su pueblo, como él ha hecho: «Ha resucitado al buen Pastor que ha dado la vida por sus ovejas. Y se ha dignado morir por su rebaño. ¡Aleluya!» (antífona de comunión del Domingo IV de Pascua).
El Espíritu Santo ha iluminado a los cardenales para que eligieran al cardenal Prevost y esto nos da la confianza de que es el Papa que la Iglesia y el mundo necesita actualmente, un papa que sea testigo de Cristo Resucitado, portador de paz y reflejo del amor paternal de Dios, de su solicitud amorosa. No somos nosotros quienes decidimos hacia dónde va la Iglesia, sino que es Dios mismo que guía a la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo.
Vivamos con alegría y acción de gracias que Dios nos haya dado el papa León. La elección de un nuevo papa es un signo del amor que Cristo tiene por la Iglesia, su Esposa, que la viste, la alimenta y la ama tanto que se ha entregado a la muerte por ella (cf. Ef 5,25.29). El Señor nunca deja de hacerlo todo nuevo (cf. Ap 21,5). Gloria a él por siempre. Amén.