Fecha: 25 de mayo de 2025

Estimado hermano, estimada hermana, que estás atravesando el angosto y pedregoso sendero de la enfermedad:

En esta Pascua del Enfermo, hay algo que quiero contarte. Dios está contigo, abrazando tu dolor, amparando tu enfermedad, ofreciéndote su mano para que descanses sobre sus brazos lo que más te duele, lo que más te abruma, lo que más te cuesta sobrellevar.

Si hay algo que nos enseña el Señor Jesús es que la enfermedad es una oportunidad para estar más cerca de Él, porque la aflicción te aproxima a su Costado de amor hasta hacerte cada vez más hijo, más amigo, más hermano, más humano y más suyo.

El mundo que sufre puede ser transformado desde el espíritu de las Bienaventuranzas, que están en el centro de la predicación de Jesús (cf. Mt 5, 3-12). A través de ellas, el Señor recoge las promesas realizadas al pueblo elegido de Abraham para hoy, mientras atraviesas el puente del dolor en esta Pascua, hacerlas vidas en tu vida.

  • Eres bienaventurado, pues tras la pobreza que tu espíritu atraviesa en algunos momentos de flaqueza, el Señor viene a liberarte mostrándote el amor que habita en su Reino.
  • Eres bienaventurado, pues la mansedumbre de tu alma heredará la tierra sagrada del Padre.
  • Eres bienaventurado, pues en cada una de tus lágrimas, Dios lloverá el consuelo necesario para apaciguar tu particular Getsemaní, tu pasión y tu calvario.
  • Eres bienaventurado, pues el hambre y la sed de justicia que tantas veces reclamas, serán saciados por la sangre y el agua que manan de su Costado.
  • Eres bienaventurado, pues cada llanto, cada llamada y cada lamento que gritas al Cielo, serán empapados por la entrañable misericordia de nuestro Dios.
  • Eres bienaventurado, pues la limpieza de tu corazón herido por la enfermedad verá el corazón del Padre.
  • Eres bienaventurado, pues la paz que anhelas te postrará eternamente en el lugar de los hijos amados de Dios.
  • Eres bienaventurado, pues al ser perseguido por tu insobornable fe, obtendrás un lugar con tu nombre y tu rostro en el Reino de los Cielos.
  • Eres bienaventurado, pues cuando te injurien, te persigan y digan toda clase de mentira contra ti por la causa de Cristo, te alegrarás y regocijarás por la recompensa de un Amor que es más fuerte que la muerte.

Confía en Jesús, la esperanza que no defrauda (cf. Rm 5, 5). Su presencia te hará fuerte en la tribulación, porque el dolor lleva consigo un misterio de salvación. Y encomiéndate a María, refúgiate bajo su maternal manto; porque Ella nunca desecha las súplicas de sus hijos preferidos, como eres y siempre serás tú.