Fecha: 2 de marzo de 2025
Cuando el año 1300 el papa Bonifacio VIII dispuso la celebración de un año jubilar cada cien años para toda la Iglesia, nuestros antepasados lo vivieron con alegría en la única catedral existente entonces y se reunieron en la llamada ahora Seu Vella para dar gloria a Dios y para manifestar su presencia en medio de su pueblo. No hemos averiguado qué tipo de comunicación recibirían las otras diócesis, aparte de la de Roma, ni cómo fueron las celebraciones con tal fin pero seguro que, contando con las limitadas condiciones de aquel momento, sería motivo de oración y reflexión para toda la comunidad cristiana. Además de esto siempre aparece la misma pretensión de quien convoca el Jubileo: presentar la unidad del pueblo cristiano, alrededor de la persona de Cristo y en comunión con Él para solicitar el perdón de los pecados y empezar una vida nueva. Como ahora. Se recuerda y expresa la experiencia del pueblo judío como queda narrado en el capítulo 25 del libro del Levítico donde se habla de la tierra (compra-venta, provisionalidad), de las cosechas, de la conversión personal y comunitaria, del perdón y de la misericordia de Dios, del perdón a los hermanos. En lo fundamental del sentido jubilar no ha cambiado prácticamente nada. Como es natural ha habido una evolución en las condiciones ambientales y culturales de nuestra sociedad que influyen necesariamente en el comportamiento de los creyentes. No olvidamos la dimensión crítica de nuestra fe frente a la pluralidad de pensamientos e ideologías habidas a lo largo de la historia.
En el caso de nuestra diócesis queremos trazar un hilo imaginario con nuestros antepasados del siglo XIV y celebrar una jornada especial del Jubileo en la Seu Vella: tendrá lugar el segundo domingo de Cuaresma, 16 de marzo, por la mañana. Todos estáis invitados a participar. El lugar tiene una resonancia especial para nuestra ciudad. Es un emblema muy querido por todos y, desde hace muchos años, residencia del obispo de la diócesis que pastoreaba la grey del Señor en estas tierras. Muchos habréis visto una composición pictórica, situada en la Edad Media, en el que aparece el montículo coronado por la magnífica obra arquitectónica de la Seu con su impresionante torre como dominando con la vista todo el llano de Lleida. Alrededor de la Seu una aglomeración de casas distribuidas entre medio de calles y plazas, donde vivían, trabajaban, celebraban sus fiestas y rezaban los habitantes de esta ciudad. Con su recuerdo, nuestro reconocimiento y gratitud. Ellos nos transmitieron la laboriosidad, el afán de superación y la fe cristiana. Han pasado más de 700 años y debemos mucho a todos los lleidatans de aquella centuria. Por supuesto a los de todas las generaciones anteriores a la nuestra. Tenemos las características como sociedad que se han fraguado con el paso de los tiempos y nos sentimos orgullosos de nuestras costumbres, de la especial sensibilidad como pueblo y del modo de relacionarnos con los que llegan. A pesar de los aspectos positivos aceptamos las consiguientes revisiones y purificación de lo negativo que arrastramos.
El aspecto más importante de este comentario es reiterar la invitación a todos los miembros de la diócesis a participar en este acontecimiento. Explicamos el proyecto a principio de curso, hubo una reflexión en el Consejo presbiteral y en el de Pastoral, ha habido una carta a todos los laicos, religiosos y sacerdotes y se ha constituido una comisión preparatoria que nos dará los detalles y concreciones del acto en cuanto a desplazamiento, liturgia y cantos, folleto explicativo y ocupación del espacio en el interior de la misma catedral. Será, sin duda, una buena ayuda para todos.
A quienes no puedan asistir les ruego oraciones por tres motivos, gradualmente más importantes, la celebración de ese día, nuestra diócesis y, nuestra Iglesia cuyo acompañamiento y orientación del papa Francisco nos llena de satisfacción y gratitud.