Fecha: 11 de mayo de 2025

Hoy celebra la ciudad de Lleida a su Patrón, San Anastasio. Fiesta externa con música y elementos folklóricos y también celebración solemne en la catedral. Como se suele hacer en todos los demás pueblos de la diócesis cuando recuerdan el patronazgo de su santo patrono o de la Virgen María. La fiesta es indispensable en toda comunidad humana. Provoca alegría, agradecimiento y recuerdos sin fin. También permite una mayor cohesión social en el grupo que la celebra.

Hoy quiero hablaros de algo mucho más universal porque ha interesado a millones de cristianos y ha conformado de algún modo su vida personal y comunitaria: el próximo día 20 de mayo se cumplen los 1.700 años del inicio del Concilio de Nicea. Era el año 325 en tiempos del emperador Constantino y en una población cercana a la actual ciudad de Estambul se reunieron una gran cantidad de obispos para buscar una solución a una controversia sobre la figura de Jesucristo. Había miedo a un posible cisma por la disputa entre dos grupos de cristianos y se pretendía fijar en unas palabras y frases la enseñanza de la misma Iglesia sobre la vida, el mensaje y la obra de Jesús; se buscaba con ello la unidad en la doctrina y en la celebración. Parece una constante la existencia de diversas sensibilidades o, lo que es peor, la propagación de errores doctrinales que desvirtúan la esencia de la fe de la Iglesia. Las discusiones acompañadas del estudio y de la oración del pueblo cristiano unidas al cumplimiento del designio del Señor, que no abandona nunca a su Iglesia, hacen posible la enumeración de las verdades de la fe que fundamentan la vida cristiana.

Tanta importancia tuvo el Concilio de Nicea (y el posterior, celebrado sesenta años después en Constantinopla) que sus expresiones básicas son todavía hoy repetidas por todos los cristianos cuando recitan el Credo respecto a Dios-Padre, a Jesucristo y al Espíritu Santo. Tres personas, la misma naturaleza entre ellas, que conforman el misterio de la Trinidad, cimiento de la fe cristiana. Nuestro Catecismo actual, publicado en el año 1992, explica con mucha claridad los contenidos de las verdades de la fe que la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia han transmitido a lo largo de los siglos. Os invito una vez más a su lectura y estudio. También a que os ayude en vuestra oración personal y comunitaria. Es impresionante comprobar la sucesiva relación de tantas generaciones recitando la misma doctrina durante diecisiete siglos a pesar de los cambios sociales, culturales políticos y económicos de todo tipo. Lo comprendemos y aceptamos por la fuerza del Espíritu Santo que conduce a su Iglesia a través de la historia reconociendo las enormes dificultades, limitaciones y contradicciones que mostramos un gran número de cristianos. A pesar de los pecados de sus miembros la Iglesia mantiene la unidad de la doctrina con la evolución en el lenguaje y los usos pedagógicos de cada época y cada cultura donde está inserta.

Es procedente recordar el año de la celebración porque todavía no se había producido la serie de divisiones posteriores con el llamado mundo ortodoxo y el protestante. Todos afirmando con convicción y fidelidad que Jesús es Señor y Salvador. Así mismo lo hacen ahora aunque manteniendo variantes básicas en otros temas dogmáticos y sobre la disciplina eclesiástica.

Además del llamado Concilio de Jerusalén se han celebrado veintiún concilios ecuménicos o universales. El último lo recordarán muchos lectores, el Vaticano II, (1962-1965). Con frecuente naturalidad los obispos han convocado concilios o sínodos diocesanos. En nuestro caso es muy reciente la celebración del Concilio Provincial Tarraconense en el año 1995 (convocado por todos los obispos con sede en Cataluña).