El desalojo de la nave B9 de Badalona nos interpela con urgencia como Iglesia y como sociedad. Centenares de personas han quedado en la calle, a la intemperie, en pleno invierno, sin que se haya contemplado ni siquiera una «tregua invernal» como se hace en otros países europeos. Estamos hablando de personas y por tanto rechazamos los relatos que las deshumanizan por el hecho de ser inmigrantes africanos, negros y pobres: esto es aporofobia y xenofobia. ¿No son personas? Los cristianos, ¿no estamos llamados a «amarlos como a nosotros mismos» (Jn 13,34-35)?
La respuesta no puede ser el silencio ni la indiferencia. Ante todo, hace falta una respuesta humanitaria inmediata. La situación exige también un análisis profundo de las causas que provocan estas realidades. Pedimos que se avance en la ley del sinhogarismo que hace meses se está tramitando con lentitud, ante un desafío que pide soluciones más ágiles.
Hacemos un ofrecimiento y una llamada a las administraciones públicas competentes y a las entidades del tercer sector a abrir con urgencia una mesa de diálogo, con la participación de algunos representantes de los afectados, para encontrar una respuesta coordinada a corto plazo y una estrategia a medio plazo.
La Iglesia católica hace tiempo que señala un modelo alternativo e integral de gestión de la inmigración. En ningún caso la solución pasa por claudicar del diálogo ni por enfrentar los ciudadanos precarizados. Busquemos caminos que garanticen derechos, seguridad y convivencia para ellos y para el conjunto de la ciudadanía.
Obispos de la Conferencia Episcopal Tarraconense (CET)


