Fecha: 27 de julio de 2025

Los hechos recientes de julio, como la quema intencionada de la mezquita en Piera, o la respuesta violenta de linchamiento orquestado tras una execrable agresión a un vecino de Torre Pacheco (Murcia), son motivo de profundo dolor, pero también de reflexión creyente. Como católicos no podemos sino levantar la voz desde el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia ante lo que no puede pasar desapercibido: la creciente instrumentalización del dolor, la frustración y el miedo para alimentar discursos que siembran división, odio y sospecha hacia personas migradas, la inmensa mayoría de las cuales han llegado dignidad, paz y oportunidades.

Los datos sobre los beneficios económicos y sociales de la migración en Catalunya son incuestionables, y debido a nuestro lamentable invierno demográfico sabemos que necesitaremos más. Quien lo esconda o lo niegue, sencillamente miente.

Basta de cinismo, de construir discursos y argumentos como armas de una cultura del enemigo entre adversarios políticos, entre vecinos o entre población precarizada. Basta de desconexión de muchos dirigentes respecto al fondo de los problemas reales y escondidos tantas veces. ¡La diversidad cultural o religiosa no es el problema!

Como Iglesia volvemos a expresar nuestra solidaridad y cercanía con la comunidad islámica de Piera y de Catalunya. Nuestro apoyo al párroco y la comunidad parroquial por su aportación a la “cultura del encuentro”, también la comprensión hacia los vecinos preocupados por la convivencia y otros desafíos sociales en la villa.

Como creyente no podemos contribuir al discurso del odio, ni con nuestras palabras ni con nuestros silencios, ni tampoco a través de nuestros móviles o redes sociales. Lo ha dicho el papa León XIV: «Jesús no es un muro que separa, sino una puerta que nos une… las ideas pueden enloquecer y las palabras, matar». Dichosos quienes trabajan por la paz… y por la verdad desarmante y desarmada.