Fecha: 16 de noviembre de 2025
Este domingo la Iglesia dedica este día a los pobres ya que se celebra la Jornada Mundial de los Pobres. Pero, ¿tiene sentido dedicar una jornada mundial a los pobres? Sabemos lo que afirma Jesús:” Bienaventurados los pobres en el espíritu porque de él es el Reino de los Cielos” (Mt 5,3). Pero Jesús habla de la pobreza del corazón en el evangelio de San Mateo, del desprendimiento y por eso nos puede parecer exagerado la celebración de una Jornada Mundial dedicada a los pobres, aquellos que lo son materialmente. Y además, ¿son compatibles la pobreza y la esperanza?
El sentido de esta jornada, instituida por el papa Francisco, es que todos, pobres y ricos tomemos conciencia de esta realidad. Es evidente que la pobreza no es un bien en sí misma, es una carencia de la humanidad, pero sabemos que es una realidad presente en el mundo y también sabemos que existen muchos tipos de pobreza: de dinero, de salud, de paz, de tiempo, y tantas otras.
El Papa León en su mensaje para esta jornada propone como lema: «Tú, Señor, eres mi esperanza» (Salmo, 71,5). Precisamente su primera exhortación apostólica, que tiene por título Dilexi Te, está dedicada al amor a los pobres. En su mensaje en esta jornada León recuerda que: “el pobre puede convertirse en testimonio de una esperanza fuerte y fiable precisamente porque la profesa en una condición de vida precaria, marcada por privaciones, fragilidad y marginación. No confía en las seguridades del poder o del tener; por el contrario, las sufre y a menudo es su víctima. Su esperanza sólo la puede poner en otro sitio. Reconociendo que Dios es nuestra primera y única esperanza, nosotros también damos el paso de las esperanzas efímeras a la esperanza duradera”.
También recuerda que: “la pobreza más grave es no conocer a Dios”. Así lo recordaba el Papa Francisco cuando en la exhortación Evangelii gaudium escribía: «La peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual. La inmensa mayoría de los pobres tiene una apertura especial a la fe; necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición, su Palabra, la celebración de los Sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y de maduración a la fe».
Y una reflexión más de León XIV: «Los pobres no son una distracción para la Iglesia, sino los hermanos y hermanas más queridos, porque cada uno de ellos, con su existencia, e incluso con sus palabras y su sabiduría, nos provoca a tocar con las manos la verdad del Evangelio. Por eso, la Jornada Mundial de los Pobres quiere recordar a nuestras comunidades que los pobres están en el centro de toda la acción pastoral. No sólo de la acción caritativa sino también de lo que la Iglesia celebra y anuncia. Dios ha asumido su pobreza para enriquecernos a través de las voces, las historias, los rostros”.
En esta jornada quiero agradecer una vez más la dedicación de tantos cristianos, voluntarios y profesionales, que a través de las instituciones de la Iglesia ayudan, con palabras del Santo Padre “a crear nuevos signos de esperanza que testimonien la caridad cristiana, como lo hicieron muchos santos y santas de todas las épocas. Los hospitales y las escuelas, por ejemplo, son instituciones creadas para expresar el acogimiento hacia los más débiles y los marginados”.


