Fecha: 6 de juliol de 2025
Cada año, cuando llega el tiempo del verano, se producen cambios en la rutina de la vida de muchas personas. Tenemos unos hábitos, unas costumbres para el invierno y otras para el verano, y no solo en las familias donde hay niños o jóvenes que comienzan las vacaciones una vez terminado el curso académico.
Es bueno recordar una vez más que descansar es necesario y que ya el Señor en la creación del mundo dispuso seis días para trabajar y uno para descansar. El descanso es una necesidad para el cuerpo, aunque no todos pueden disfrutarlo, y también para el alma. Por eso el descanso debe preverse y también organizarse, un tiempo que para la mayoría de nosotros se lleva a cabo durante los meses de verano.
La pregunta que nos podemos formular es: ¿hay descanso de cristiano? Es decir ¿es correcto hablar de descanso de ser cristianos, hay vacaciones de cristianos? De hecho, sabemos la respuesta y sabemos que evidentemente en la vida cristiana no hay vacaciones. Y no las hay porque ser cristianos no consiste en hacer cosas que nos cansan, sino en una relación de amistad con Dios. Y ni en la familia humana ni en la amistad humana ni en la familia de Dios podemos hacer vacaciones porque se trata de una relación de amor. Y está claro que el amor si es auténtico no hace vacaciones.
La amistad con Dios y sus consecuencias no pueden detenerse por llegar el verano. La relación con Dios, la oración, la Misa, la atención a los pobres no pueden hacer vacaciones porque no podemos hacer paréntesis y descansos de nuestra condición de hijos de Dios. Y sea en invierno o sea en verano somos siempre hijos de Dios, Él es siempre nuestro Padre y nosotros somos hermanos siempre entre nosotros.
Acogemos el tiempo del verano como una oportunidad que Dios nos da para recuperar fuerzas, sí, pero también para restablecer nuestras relaciones con Él y con los hermanos, para dedicarnos más a la familia y a los amigos, para dedicar también más tiempo a la oración, para leer quizá aquel libro que no hemos tenido ocasión de disfrutar durante el año.
«El séptimo día Dios descansó de toda la obra que había hecho. Dios bendijo el día séptimo e hizo un día sagrado, porque ese día descanso de su obra creadora» (Gn 2, 2-3). Agradezcamos y aprovechemos este tiempo que Dios nos concedí.