Fecha: 29 de marzo de 2020

Queridos diocesanos:

Desde que escribí este comentario hasta hoy en día han cambiado mucho las circunstancias de nuestro mundo debido al coronavirus que tanto nos está preocupando a todos. Mantengo en lo fundamental el contenido de mis palabras ante la Semana Santa pero aconsejando que respetemos y cumplimos las indicaciones que nos hacen por el bien común las autoridades sanitarias. Son decisiones que alteran los planes largamente preparados por los responsables de las Cofradías, Hermandades y Asociaciones a los que agradezco muy sinceramente su dedicación. Nos ponemos todos en manos de Dios y no olvidemos en nuestras oraciones a todos los afectados por esta pandemia.

Faltan pocos días para celebrar en los templos y en las calles las últimas horas de Jesucristo, su Pasión, Muerte y Resurrección. Es un acontecimiento vivido con intensidad por un buen número de cristianos participando activamente en los oficios divinos, siendo miembros de las cofradías y hermandades de Semana Santa o contemplando como meros espectadores los pasos o recorrido del mismo Señor.

Quisiera invitar a todos a participar en todos los actos y a vivir con coherencia la fe que profesamos. Que nadie olvide la importancia del mensaje de Jesús para toda la humanidad y, en concreto, para nuestro mundo occidental y para la sociedad en la que se desenvuelve nuestra vida.

Recordáis, cuando hablaba de la religión en el ámbito escolar, mi referencia a los pilares de la civilización occidental. Fue hace ocho días. Me venía a la mente cuando leía el lugar de la crucifixión de Jesús en el monte Gólgota. Hay autores que fijan en tres montes el acervo cultural de nuestro mundo. Acrópolis, Gólgota y Palatino. Otros lo amplían a las ciudades representativas: Atenas, Jerusalén y Roma. Otros aducen el contenido del saber universal: la filosofía, el cristianismo y el derecho. Y todos aceptan que esos conocimientos generan una vida que se prolonga durante muchos siglos y que ha sido la base de la convivencia social y el reconocimiento claro e insoslayable de la dignidad de los individuos. Tal como ahora conocemos el concepto de persona y de sociedad son un producto derivado del cruce y solapamiento de estas tres grandes realidades.

Me parece que todos somos deudores de este impresionante legado. Y todos estamos obligados a cuidarlo y a evitar su desaparición u ocultamiento de la vida pública. Con más razón los cristianos para quienes constituye la fe uno de los pilares básicos de su existencia coadyuvando los otros dos al desarrollo y plenitud de su mirada y compromiso con el mundo.

Desde esta argumentación cabe una llamada y un agradecimiento a todos los que hacen posible las celebraciones pascuales. Llamada a que participéis con autenticidad en cuantos actos podáis. Que colaboréis en su organización y seguimiento. Que respetéis el marco y la manifestación de esta secular celebración. Que todos los cristianos profundicen en el misterio de Cristo, muerto y resucitado, haciendo de su presencia en los distintos oficios cultuales y culturales un acto de conversión profunda en el seguimiento del camino de la cruz. Hasta el Gólgota.

Agradecimiento a los responsables de las cofradías, hermandades y asociaciones que dedican mucho tiempo y gran preocupación a una correcta estructuración de las distintas actividades en las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades. También a las comunidades parroquiales que promueven acciones para que todos puedan acercarse a vivir las celebraciones en los templos y lugares de culto. A todos los que valoráis positivamente esta expresión de fe y devoción popular.

A pesar de lo dicho antes, sabemos los cristianos que la fe no está sujeta a las adherencias culturales o a las costumbres más o menos vigorosas de nuestro pueblo. No se reduce a ello la defensa que ahora hacemos. La fe es la adhesión a Jesucristo y la constante petición de su gracia para que nos conceda una vida volcada a su alabanza y a la dedicación constante y sincera a nuestros hermanos, sobre todo a los que encarnan el sufrimiento con mayor desgarro.

¡Participad intensamente en todas las celebraciones!

Con mi bendición y afecto.