Fecha: 29 de octubre de 2023
El Papa Francisco reflexiona de nuevo sobre las causas de la degradación ecológica, especialmente el “paradigma tecnocrático” dominante, que pretende engendrar un ser humano sin límites y un crecimiento infinito. Vuelve a pedir una revisión en profundidad de nuestro modelo de progreso y poder, para evitar que se gire contra nosotros mismos. También exhorta, una vez más, a la comunidad internacional a actuar al nivel del reto global que vivimos. Por eso, reclama configurar «un nuevo multilateralismo» más democrático, que incluya la aportación de los países pequeños y la sociedad civil, y que establezca instituciones internacionales «dotadas de autoridad», capaces de «asegurar el bien común mundial». En este sentido, con vistas a la próxima Cumbre mundial sobre el cambio climático (COP28), de diciembre próximo en Dubai, pide que se aprueben medidas de transición energética “eficientes, obligatorias y fáciles de supervisar”, que abran un nuevo proceso, «drástico, intenso y que cuente con el compromiso de todos», a fin de reducir las emisiones globales de dióxido de carbono y «evitar a tiempo los peores males».
A su vez, el Papa se dirige de manera particular a nosotros, los fieles católicos, para recordarnos que debemos asumir nuestra responsabilidad. Debemos cuidar la tierra, maravillosa creación de Dios, que se nos ha confiado generosamente y a la que estamos profundamente vinculados. Por eso, nos pide iniciar «un camino de reconciliación con el mundo que nos acoge y hacer nuestra aportación, para embellecerlo». En este camino, aun sabiendo que el cambio climático necesita medidas políticas nacionales e internacionales, nos recuerda que es también indispensable “cambiar el estilo de vida irresponsable, propio del modelo occidental”, “contaminando menos, reduciendo los residuos, consumiendo con prudencia” y promoviendo así, una nueva cultura que producirá sus efectos a largo plazo. El lema elegido “Laudate Deum”, hace suya una oración de S. Francisco, y quiere recordarnos que «un ser humano que pretenda ocupar el lugar de Dios, se convierte en el peor peligro para sí mismo».