Las Delegaciones diocesanas de Liturgia de las Diócesis de la Conferencia Episcopal Tarraconense han traducido un Subsidio litúrgico de la Conferencia Episcopal Italiana que puede ajuyar a orar en estos momentos de epidèmia.

Este es el Subsidio:

CELEBRAR Y ORAR EN TIEMPO DE EPIDEMIA

Esquema realizado a partir del subsidio de la Comisión Nacional de Liturgia

(de la Conferencia Episcopal Italiana)

TRIDUO PASCUAL

VIERNES SANTO, EN LA PASIÓN DEL SEÑOR

Oración en familia

10 de abril de 2020

En la tarde de este día, la familia se encuentra unida en el lugar de la casa dedicado a la oración familiar. Es aconsejable tener, en este lugar, la Biblia abierta y junto a una vela encendida. Durante la oración se introducirá una cruz o una imagen de Cristo crucificado.

El padre (M) o la madre (M) pueden guiar este momento de oración.

(M)  En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

(T)  Amén.

(M)  Padre, acuérdate de tu misericordia;
santifica y protege esta familia tuya,
por la que Cristo, tu Hijo,
inauguró con su sangre el misterio pascual.
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

(T)  Amén.

(M)  En un día como este la Iglesia no celebra la Eucaristía, sino que adora la Cruz, conmemorando su origen en el costado abierto de Cristo que muere, y desde ese trono real lleva la salvación a la humanidad. De este modo se cumple el gran amor que el Padre tiene por todo el mundo.

También nosotros, como familia, acogemos este don de amor infinito. En nuestro hogar queremos dirigir la mirada hacia Aquel que fue crucificado por nosotros. El rostro de Jesús, que contemplamos en la cruz, es un rostro desfigurado ya que ha cargado el pecado de la humanidad, y al mismo tiempo es un rostro transfigurado: sus ojos quedan fijos en el Padre, en cuyas manos se abandona.

(M) Rezamos juntos con el Salmo 30 (29)

El salmo se puede rezar alternando dos lectores; o bien alternando un lector y todos; o bien confiando a un lector las estrofas, mientas que repite la respuesta.

(R)  Pare, a tus manos encomiendo mi espíritu.

(C1)  A ti , Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.

(C2)  Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos:
me ven por la calle, y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cacharro inútil.

(C1)  Pero yo confío en ti, Señor;
te digo: «Tú eres mi Dios».
En tu mano están mis azares:
líbrame de los enemigos que me persiguen.

(C2)  Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor.

ESCUCHEMOS LA PALABRA DE DIOS

Se puede leer el relato evangélico de la Pasión de manera dialogada con calma i atención.

(4 lectores: (N) Narrador, (P) Pilato, (O) Otros, (J) Jesús)

(N)  Del evangelio según san Juan (19,1-6.14-42)

(N)  Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:

(O)  «Salve, rey de los judíos!».

(N)  Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

(P)  «Mirad, os lo saco afuera para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa».

(N)   Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:

(P)  «He aquí al hombre».

(N)  Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:

(O)  «Crucifícalo, crucifícalo!».

(N)  Pilato les dijo:

(P)  «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él».

(N)  Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:

(P)  «He aquí a vuestro rey».

(N)  Ellos gritaron:

(O)  «¡Fuera, fuera; crucifícalo!».

(N)  Pilato les dijo:

(P)  «¿A vuestro rey voy a crucificar?».

(N)  Contestaron los sumos sacerdotes:

(O)  «No tenemos más rey que al César».

(N)  Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

(N)  Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice “Gólgota”), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos».

Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego.

Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

(O)  «No escribas “El rey de los judíos”, sino: “Este ha dicho: soy el rey de los judíos”».

(N)  Pilato les contestó:

(P)  «Lo escrito, escrito está».

(N)  Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:

(O)  «No la rasguemos, sino echémosla a suerte, a ver a quién le toca».

(N)  Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados.

(N)  Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:

(J)  «Mujer, ahí tienes a tu hijo».

(N)  Luego, dijo al discípulo:

(J)  «Ahí tienes a tu madre».

(N)  Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.

(N)  Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo:

(J)  «Tengo sed».

(N)  Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

(J)  «Está cumplido».

(N)  E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

(N)  Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que traspasaron».

(N)  Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe.

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Palabra del Señor.

(T)  Gloria a ti, Señor Jesús.

Para meditar el pasaje evangélico de la Pasión se puede utilizar el comentario del anexo.

ORACIÓN DE INTERCESIÓN

(M)  La salvación realizada por el sacrificio de Cristo supera los límites de la tierra y se extiende a todos los hombres y las mujeres. Especialmente hoy y en este momento difícil para nuestro país y para tantos lugares del mundo, oremos a Dios nuestro Padre.

(L)  Por toda la Iglesia:

Señor, dale unidad y paz y protégela  en toda la tierra.

(T)  Te rogamos, óyenos.

(L)  Por el papa, los obispos, los sacerdotes, los diáconos:
Señor, concédeles la vida y la salud
y preservarlos como guías y pastores de tu pueblo.

(T)  Te rogamos, óyenos.

(L)  Por todos los bautizados
y por los catecúmenos que desean ser miembros de la Iglesia:
Señor, según el don de tu gracia,
haz que todos los miembros de la comunidad
os puedan servir fielmente.

(T)  Te rogamos, óyenos.

(L)  Por la unidad de los cristianos:
Señor, reúnelos y consérvalos en la única Iglesia.

(T)  Te rogamos, óyenos.

(L)  Por los hermanos judíos y los no cristianos:
Señor, ayuda a los primeros a progresar
en la fidelidad a tu alianza
y haz que los demás anden en tu presencia.

(T)  Te rogamos, óyenos.

(L)  Por los que no creen en Dios:
Señor, haz que, viviendo con bondad y rectitud de corazón,
lleguen al conocimiento del Dios verdadero.

(T)  Te rogamos, óyenos.

(L)  Por los gobernantes:
Señor, guía su pensamiento y su corazón
para que busquen el bien común
en la libertad y la paz verdaderas.

(T)  Te rogamos, óyenos.

(L)  Por los pobres y los atribulados
especialmente en este momento:
Señor, aparta la pandemia, sacia el hambre,
da la paz, extingue el odio y la violencia,
concede salud a los enfermos, fuerza y apoyo a los trabajadores sanitarios,
esperanza y consuelo a las familias, y salvación eterna a los que han muerto.

(T)  Te rogamos, óyenos.

 (M)  Ara, con los mismos sentimientos de Jesucristo, llevando en el corazón los sufrimientos y las aspiraciones de todos los hombres y mujeres, y unidos a él, rezamos juntos:

(T)  Padre nuestro…

ACLAMAMOS TU CRUZ

Se toma el Crucifijo. Se puede hacer un gesto de adoración en silencio. Después, juntos, se aclama a Cristo, muerto por nuestra salvación.

(M)  Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo.

Venid y adorarlo.

Solista

Contemplamos tu cruz, Señor,

árbol de salvación eterna, soporte de todo el universo.

(T)  Nuestra fuerza es la cruz de Cristo.

 Solista

La cruz es nuestra sombra en el calor sofocante,

alimento en nuestra hambre, fuente para nuestra sed.

(T)  Nuestra fuerza es la cruz de Cristo.

Solista

La cruz es un manto que cubre nuestra vergüenza,

es fuerza para nuestra debilidad,

sabiduría de Dios para nuestra ignorancia.

(T)  Nuestra fuerza es la cruz de Cristo.

SANTIGUADOS POR LA CRUZ

(M)  En el rito de entrada en el catecumenado de aquellos que quieren ser cristianos, está el gesto de santiguar la frente y los sentidos de los candidatos. Nosotros, ya bautizados, ahora retomamos este gesto, para que acogiendo en nuestro cuerpo la señal de la cruz, ofrezcamos a Cristo toda nuestra vida.

En cada momento, las palabras de la oración se acompañan haciendo la señal de la cruz con el dedo pulgar en las partes del cuerpo indicadas.

(M)  Recibimos la cruz en la frente: Cristo nos proteja con el signo de su amor,

para aprender a conocerlo y a seguirlo.

(T)  Gloria a ti, Señor.

Cada uno hace una cruz en la frente con el dedo pulgar.

(M)  Nos santiguamos las orejas con la señal de la cruz,

para escuchar la voz del Señor.

(T)  Gloria a ti, Señor.

Todos se santiguan las orejas.

(M)  Nos santiguamos los ojos con la señal de la cruz,

per ver la resplandor del rostro de Dios.

(T)  Gloria a ti, Señor.

Todos se santiguan los ojos.

(M)  Nos santiguamos los labios con la señal de la cruz,

per responder a la Palabra de Dios.

(T)  Gloria a ti, Señor.

Todos se santiguan los labios.

(M)  Nos santiguamos el pecho con la señal de la cruz,

Para que Cristo habite mediante la fe en nuestros corazones.

(T)  Gloria a ti, Señor.

Todos se santiguan el pecho.

(M)  Nos santiguamos los hombros con la señal de la cruz,

para llevar el yugo suave de Cristo.

(T)  Gloria a ti, Señor.

Todos se santiguan los hombros.

INVOCAMOS LA BENDICIÓN DEL PADRE

(M)  Padre, que descienda sobre nosotros
y sobre la humanidad entera tu bendición;
por la muerte de tu Hijo danos tu perdón,
consuélanos con tu gracia
y sé nuestro sustento en el camino de la vida.

(T)  Amén.

Al final de este momento de oración, en silencio, todos hacen la señal de la cruz.

ANEXO

Para meditar

Este día santo era llamado «día de la amargura». Las campanas de las iglesias quedan mudas y se deja espacio al silencio, a la meditación y a la oración. Se contempla la pasión y la muerte de Jesús, que ha dado su vida en la cruz por nosotros. El silencio de todos expresa el dolor de la Iglesia esposa por la pérdida de su Esposo. Este año no podemos ir a la iglesia para celebrar con toda la comunidad la pasión del Señor, pero lo queremos hacer en nuestro hogar.

La sorpresa de un amor tan grande también cierra nuestros labios en el silencio, pero pide que los corazones se abran a escuchar la Palabra. Esta nos revela un Dios que no pide el sacrificio de los hombres y las mujeres, sino que ofrece su propio Hijo en sacrificio. Hemos escuchado una parte del relato de la pasión del Señor, que este día siempre se toma de la narración del Evangelio de san Juan (el texto completo del relato de la pasión se puede encontrar en los capítulos 18 y 19).

Al pie de la cruz, como María y el discípulo, y junto con ellos, nos descubrimos destinatarios de este amor que fluye abundantemente del corazón traspasado de Cristo y nos inunda de misericordia.

Detengámonos unos momentos en silencio y en adoración ante la cruz para expresar nuestro amor agradecido y nuestra fe viva en Jesús, amor crucificado por nosotros. La señal de la cruz, marcada en nosotros por el Bautismo, y con la que ahora volveremos a santiguar nuestro cuerpo, es el signo de nuestra identidad como hijos e hijas de Dios, es una presencia que abraza y penetra toda nuestra existencia y pide que hagamos morir al hombre viejo en nosotros, con su egoísmo y sus pecados, para resucitar, en Cristo, como criaturas nuevas. Esta es nuestra fe y es el agradecimiento de nuestra familia, que quiere abrazar y acariciar a Jesús, nuestro Salvador, y dejarse envolver por su amor, para dar testimonio de él a todos con la belleza de nuestra vida.