Fecha: 28 de marzo de 2021

Unidos a Jesucristo, ¡celebremos la Semana Santa! Si en ella entramos, viviremos días muy decisivos para la vida de la gracia. Estamos todavía en una pandemia cruel y dolorosa. Es muy duro lo que nos está pasando en todo el mundo. Y entre nosotros, aún nos modifica el domingo de Ramos, sin procesiones por las calles ni grandes encuentros de las familias. No tendremos procesiones y las celebraciones presenciales, serán contenidas. Tampoco cantaremos Caramelles para sembrar la alegría del Resucitado. Pero en medio de esta debilidad que nos hermana a toda la humanidad, tenemos la presencia bien real de Cristo Muerto y Resucitado, que continúa sufriendo en los enfermos, en los ancianos, en las familias con problemas, en los trabajos que se pierden, en los que están solos, o que mueren y son enterrados en soledad… También es cierto que tenemos una solidaridad renovada de muchas personas que luchan y ofrecen sus servicios, que aman y hacen esfuerzos por superar las condiciones adversas. Tenemos la esperanza que brota de la fe en Cristo Salvador. Este es nuestro tesoro.

Celebremos la victoria de Cristo agitando los ramos a nuestro Rey. Toda esta Semana haremos memoria creyente y agradecida del don de la Vida Nueva de Cristo. Por eso debemos ser humildes y sencillos, como los niños, y recibir y acoger al Señor, con el compromiso de seguirlo siempre con fidelidad.

Celebremos la victoria de Cristo que en el Crisma y los Óleos santos bendecidos en la Misa Crismal, y con el presbiterio diocesano renovando valientemente sus promesas sacerdotales, prolongarán la santificación pascual de todos los fieles, en todos los templos de la Diócesis, a lo largo del año.

Celebremos la victoria de Cristo que nos ofrece el perdón del Padre. Tratemos de vivir, en estos días, la celebración del perdón sacramental, que restaura en nosotros la imagen de hijos perdonados por la misericordia del Padre del cielo.

Celebremos la victoria de Cristo que el Jueves Santo nos hace el don de la Eucaristía que perpetúa la Pascua y nos llena de la caridad de Cristo, que se abaja hasta lavar los pies de los apóstoles y nos da el mandamiento nuevo.

Celebremos la victoria de Cristo que el Viernes Santo revive su Pasión y su Muerte, quedándonos con María y el discípulo que Jesús amaba al pie de la Cruz. Adoremos la Cruz que llena de sentido el sufrimiento y nos da esperanza.

Celebremos la victoria de Cristo porque Sábado Santo, en silencio, confiaremos y rezaremos, esperando que Dios no abandona nunca a su Hijo, y lo Resucitará de entre los muertos, abriendo nuestra esperanza a la vida nueva de los resucitados.

Celebremos la victoria de Cristo porque, como en un nuevo bautismo, seremos totalmente renacidos en la Vigilia Pascual y, el Domingo de Pascua, gustaremos el Amor que todo lo vence, sin dejar de cantar el Aleluya, porque Cristo ha vencido , ha resucitado, y todo ha sido renovado.

Entremos con Jesús en Jerusalén, y vivamos cristianamente esta Semana haciendo un poco de esfuerzo por asistir presencialmente a las celebraciones, siguiéndolas con devoción. ¡Gozosa Semana Santa!