Fecha: 27 de febrero de 2022

Este próximo miércoles 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, comenzamos el tiempo de Cuaresma. Sus orígenes son muy antiguos, se remontan a los siglos IV-V en la ciudad de Roma. La noche de Pascua, en la Vigilia Pascual, se bautizaban los cristianos convertidos a la fe y durante un tiempo de cuarenta días se preparaban con varios pasos acompañados por la comunidad cristiana que oraba y hacía penitencia. Esta cuarentena de penitencia, ayuno y oración se hacía y se hace también ahora, siguiendo el ejemplo de Jesús que se retiró al desierto durante cuarenta días ayunando y orando antes de empezar su vida pública de predicación del Reino de Dios.

Durante este tiempo, los que debían ser bautizados, los llamados catecúmenos, daban una serie de pasos que les iban preparando para recibir los sacramentos de la iniciación cristiana en la noche de Pascua.

El primer paso era la inscripción del nombre en el libro de los catecúmenos, de modo que después se presentaban al obispo los nombres de quienes se preparaban para ser cristianos.

Durante este tiempo de preparación, los catecúmenos recibían catequesis por parte del obispo, quien les explicaba las verdades de la fe contenidas en el credo, artículo por artículo. Grandes ejemplos de estas catequesis los tenemos en Padres de la Iglesia de los siglos IV-V como san Cirilo de Jerusalén o san Agustín de Hipona.

Otros momentos importantes del camino cuaresmal para los catecúmenos eran los escrutinios y las entregas. Sobre todo en las tres últimas semanas de Cuaresma, el obispo hacía entrega de los evangelios, el Padrenuestro y el credo. Al ser textos no escritos en papel, el obispo los recitaba y hacía aprender de memoria.

Además de la entrega de estos textos, el obispo les hacía los llamados escrutinios, una especie de bendiciones pidiendo al Señor que preparase a aquellos candidatos para ser cristianos y recibir los sacramentos.

Una vez habían recibido los sacramentos, durante la semana de Pascua, el obispo se reunía cada día con los nuevos bautizados, los neófitos, y tenían lugar las llamadas catequesis mistagógicas, en las que se les explicaba el sentido de los ritos del bautismo, la confirmación y la eucaristía que habían celebrado la noche de Pascua.

Esto es la historia de la Cuaresma, pero también nosotros debemos prepararnos durante este tiempo para la celebración de la Pascua porque la Pascua es la fiesta más importante del año y así como aquellos primeros cristianos empezaban su nueva vida de hijos de Dios en el bautismo la noche de Pascua, así también nosotros nos preparamos durante la Cuaresma para renovar nuestro bautismo, para renovar nuestra vida. En el momento de nuestro bautismo Jesucristo nos unió a Él haciéndonos hijos de su mismo Padre, hijos de Dios.

Por tanto, la Cuaresma no es sólo una tradición, es también una actualización de nuestra vida de cristianos. Prepararnos para la Semana Santa es, por eso, una necesidad para nosotros. La oración, el ayuno, la limosna, el sacramento de la reconciliación son los medios que la Iglesia nos ofrece. ¿Los sabemos aprovechar? Sería bueno dedicar durante la Cuaresma un poco más de tiempo a la oración, a la lectura de la Biblia, especialmente a los evangelios que la liturgia nos va presentando todos los días, reconciliarnos con el Señor a través del sacramento de la penitencia, y así acompañar a Jesús en aquellos cuarenta días que vivió en el desierto para salir renovados con Él.