Fecha: 18 de octubre de 2020

El mensaje que el Papa Francisco ha enviado para esta Jornada del DOMUND se inspira en el profeta Isaías, y su respuesta a la llamada de Dios ha sido escogida como lema: “Aquí estoy, mándame”. El profeta Isaías tuvo una visión en la que se encontró en presencia del Señor, y quedó invadido por un gran temor y por un profundo sentimiento de indignidad. Ante la santidad de Dios es consciente de su propia impureza y pequeñez, pero en esa visión un serafín purifica sus labios con un ascua y de esta forma es liberado de sus pecados. Después, cuando percibe la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?», él, sintiéndose dispuesto para responder a la llamada, exclama: «Aquí estoy, mándame» (cf. Is 6, 1-2.3-8).

Isaías se ofrece al Señor sin saber exactamente a qué se ofrece ni a dónde va a ser enviado. Con sus palabras expresa una disponibilidad absoluta al servicio de Dios, que acepta el ofrecimiento y le indica cuál será su misión, que resultará un tanto extraña y desconcertante. Deberá proclamar una serie de advertencias, que comportarán para él, por un lado, el desprecio de la clase dirigente, y por otro lado, la indiferencia del pueblo, pero al final quedará una minoría fiel a Dios. Isaías denunciará la tendencia a la idolatría y hará frente a la frivolidad de los personajes de la corte, que derrochaban en lujos, mientras que los pobres y desheredados no tenían lo necesario para vivir; también reprenderá la falsa religiosidad de los que pretenden justificarse ante Dios con sacrificios y ofrendas en el templo, pero no muestran contrición de corazón ni comprensión de las necesidades del prójimo.

Hoy nos toca a nosotros responder como el profeta Isaías «Aquí estoy, mándame». Somos bautizados, somos apóstoles, y repetimos con san Pablo: «Porque si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, sino que se me impone como necesidad. ¡Ay de mí, si no  anuncio el Evangelio!» (1Co 9, 16). Los miembros de la Iglesia somos enviados a continuar la misión de Cristo a través de la caridad, con la cual amamos a Dios y al prójimo, y deseamos que todos seres humanos participen del gozo  inmenso de la vida de hijos de Dios. A pesar de que han transcurrido dos mil años, la tarea no está completada, más bien nos encontramos aúnen los inicios, y Dios continúa buscando a quién enviar al mundo para testimoniar su amor, su salvación del pecado y de todo mal. Este año la celebración del DOMUND  coincide en la fecha con la ordenación de cuatro nuevos sacerdotes para nuestra diócesis de Terrassa: Enric, Gustavo, Jean Damascène, y Àlex. Han concluido su preparación para el sacerdocio y reciben el presbiterado para vivir entregados al servicio de Dios y de la Iglesia.

Este año, que pasará a la historia por los sufrimientos y desafíos que ha producido la pandemia del COVID-19, hemos de conseguir que no disminuya la intensidad de nuestro compromiso misionero, y que las dificultades y contratiempos sean ocasión para reavivar con un nuevo impulso la acción misionera de la Iglesia. No olvidemos que en tierras de misión las dificultades y penalidades son incomparablemente mayores que las que padecemos nosotros. Pero el mandato misionero mantiene toda su vigencia y la Iglesia lo ha de llevar a cabo con el mismo entusiasmo y generosidad que los Apóstoles y tantos misioneros a lo largo de la historia. Cristo resucitado está presente en su Iglesia, la fuerza de su Espíritu es nuestra fuerza. María es la estrella que guía nuestra misión. Es la hora, pues, de vivir y expresar la comunión eclesial con nuestra oración, con el apoyo y cercanía, y con nuestra generosa colaboración económica.