Fecha: 30 de julio de 2023

En efecto, proyectamos el tiempo de descanso, según entendemos el sentido de toda nuestra vida.

No queremos decir que a la hora de planificar unas vacaciones todos piensen “este es el sentido de mi vida, luego así decido qué he de hacer con mi tiempo libre”. Esto no es así, entre otras razones, porque muchos ni se plantean, ni saben responder a esta cuestión fundamental. Lo que decimos es que, seamos o no conscientes de ello, de hecho la expectativa que tenemos frente a las vacaciones se corresponde con un determinado sentido de vida y que, según ese sentido, las vacaciones serán frustrantes o positivas. Siempre dependerá de lo que se entiende por trabajo y por descanso, sufrimiento y placer, tristeza y gozo, condicionantes y libertad…

¿Cómo descubrir la verdad del ser humano, el sentido de las cosas que le rodean, sus anhelos y tendencias, su cuerpo y su espíritu, la naturaleza…?

Hace unos días recibimos un libro interesante: la traducción catalana de la obra de la Pontificia Comisión Bíblica, “¿Qué es el hombre? (Salmo 8,5) Un itinerario de antropología teológica” Es el resultado del oportuno encargo que hizo el Papa a esta Comisión de elaborar un documento que comentara los capítulos 2º y 3º del libro del Génesis. El objetivo era responder desde la Sagrada Escritura a las grandes cuestiones sobre el ser humano; unas cuestiones que hoy nos planteamos desde el reto de orientar nuestro tiempo libre, pero que, al ser fundamentales, siempre fueron un reto para la humanidad, y actualmente se están planteando en muchos ámbitos de la cultura, de la ética, de la fe, de la política, de la economía, del progreso, la ecología…

La respuesta está en los orígenes. Como las aguas del río, que son más transparentes cerca de sus fuentes. Así en la Sagrada Escritura, para reconocer lo que es la persona humana en su ser más verdadero según la voluntad de Dios (y al mismo tiempo conocer más a Dios), el Espíritu inspiró los relatos de los orígenes de la humanidad. En estos relatos encontramos quién es el ser humano, lo que hizo Dios al crearlo, lo que Él esperaba de nosotros, la relación que el ser humano ha de tener con la naturaleza y con el mundo, con los demás y con Dios mismo, el sentido del trabajo y del placer, el sentido del deber y de la libertad, el significado de la sexualidad y de la unión hombre – mujer, etc.

Aquí aludimos al capítulo segundo de esta obra: “El ser humano en el jardín”. Este capítulo expone el sentido humano de su relación con la naturaleza y los animales, su alimento, su trabajo. Pero aquí solo interesa subrayar un hecho muy importante para nuestra fe:

El ser humano fue tomado por Dios y colocado en medio de un jardín, que Él había plantado en el Edén para su criatura (Gn 2,8.15).

¡Dios quiso desde siempre que la persona humana viviera y disfrutara de la vida! Un jardín evoca belleza, fertilidad, utilidad y si está situado en el Edén, significa que contenía promesa de deleite y gozo. Había ríos que regaban la tierra y árboles hermosos a la vista y deliciosos al paladar. Y el trabajo formaba parte de este disfrute, como lo seria la relación con los animales y el gozo del encuentro hombre – mujer en una sola carne.

La vida humana hoy no es tan hermosa: perdimos el paraíso. Pero parece que hasta hoy sigue vivo en todos nosotros el anhelo de disfrute que Dios introdujo en el corazón humano. Y Dios mismo siempre soñó con devolvernos la felicidad.