Fecha: 21 de febrero de 2021

Al iniciar el camino cuaresmal hacia la Pascua y acogiendo el Mensaje que nos ha enviado este año el Papa Francisco, sobre el servicio de la caridad fraterna, nos conviene a los bautizados que nos reconocemos pecadores, recordar que tenemos que practicar la caridad a fondo: «ante todo, mantened un amor intenso entre vosotros, porque el amor borra una multitud de pecados» (1Pe 4,8). ¿Y si nos proponemos seriamente renovar nuestra caridad, vivida, concreta y real, siguiendo las huellas de Cristo? Él siempre nos testimonia en el Evangelio de este primer domingo de Cuaresma que la vida cristiana es lucha contra el mal, que hay que dejarse fortalecer por Él, si queremos vencer las tentaciones diabólicas que nos encontraremos en el camino del amor real. Y nos propone: «Convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1,15), que equivale a lo que proclamaremos en el domingo VI de Pascua: «Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15,12-13). El amor vencerá. La Cruz fue el acto de amor más grande del Señor, que marcó toda la historia de la humanidad. «Él muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró nuestra vida», cantamos en el prefacio I de Pascua. Y en este tiempo dramático de pandemia se hace aún más viva la esperanza en la vida plena que nos ofrece Jesús Resucitado, vida hecha de plenitud de amor puro y eterno.

Vivamos una Cuaresma de caridad, amando a los de cerca, pero cuidando a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia, y sembrando semillas de caridad fraterna en el mundo, para que den fruto. Desde la matriz cristiana, es fundamental tener presentes los contenidos «sobre la fraternidad y la amistad social», de la encíclica del Papa Francisco «Fratelli tutti» (Hermanos todos), que invita a amarnos entre todos, más allá del marco geográfico y cultural propio. En la encíclica, se repiensa la dimensión universal de la doctrina evangélica sobre el amor fraterno, se reflexiona sobre un nuevo sueño de fraternidad, abajándose por el hermano y profundizando la parábola del Buen Samaritano (Lc 10,25-37). Asimismo, el pasado día 4 de febrero tuvo lugar la Primera Jornada Internacional de la Fraternidad Humana, declarada por unanimidad en la Asamblea General de las Naciones Unidas el 21 de diciembre de 2020. El Papa Francisco, con el Gran imán Ahmad Al-Tayyeb, y el Secretario general de la ONU, António Guterres, hicieron una llamada a toda la humanidad para construir un presente de paz, a través del encuentro con el otro. Esta Jornada celebrada cada año, renovará ideas y visiones por el crecimiento de la fraternidad universal. En medio del individualismo galopante en el que estábamos instalados, la pandemia ha ayudado a hacer renacer el deseo auténtico de fraternidad y de solidaridad perdurables.

El Papa Francisco remarca que «hoy la fraternidad es la nueva frontera de la humanidad. La fraternidad humana, por encima de países o de religiones, es el desafío de nuestro siglo. Es respetando nuestras culturas y tradiciones diferentes, nuestras ciudadanías diferentes, como se construye la fraternidad». Porque «o somos hermanos, o nos destruimos», no hay tiempo para la indiferencia. La triple crisis sanitaria, económica y ecológica que sacude el planeta sólo puede superarse trabajando juntos y amándonos. Es el desafío de nuestro tiempo. En nuestra andadura hacia la Pascua, lo más fundamental es valorar que cada persona es un rostro diferente de la misma humanidad que Dios ama.