Fecha: 6 de junio de 2021

Estimados y estimadas,

Cuando éramos pequeños y podíamos tener una concha de caracola, nos la acercábamos a la oreja para oír al mar. Para los que no éramos de cerca del mar, aquel rumor sordo y silencioso producía una impresión de inmensidad y de soledad a la vez; daba miedo y, al mismo tiempo, atraía. Una especie de misterio. El misterio del mar…

Si miráis el trabajo de Cáritas, sobre todo el realizado el último año agravado por la pandemia, también escucharéis el mar: sentiréis el misterio de la soledad de la persona humana y el misterio de la caridad de Dios. El miedo de la pobreza y la atracción del amor. Escucharéis el misterio del mar…

Este año, la campaña de Cáritas se ha encontrado enmarcada por la crisis sanitaria, social y económica que ha provocado la pandemia. Se han puesto en crisis muchas certezas, poniéndose de manifiesto nuestra vulnerabilidad. Hemos tenido miedo. Pero también nos ha unido la solidaridad, la generosidad, la valoración del otro. Y Cáritas ha sido ―y es― testigo de excepción de todo este movimiento. La situación creada se ha convertido en un revulsivo para la institución: en determinados momentos, el voluntariado mayor ha tenido que quedar en la retaguardia, mientras que se ha procurado seguir adelante, triplicando de alguna manera las ayudas y con la colaboración de nuevos voluntarios más jóvenes.

Cáritas ha realizado y realiza una acción educadora mediante la solidaridad, la conciencia crítica y el espíritu comunitario. Existe un compromiso de llevar a cabo un trabajo educador, desde una óptica evangélica, en estos tres niveles:

Solidaridad: Cáritas lo tiene en cuenta cuando descubre las manifestaciones de pobreza y de marginación que nos rodean; cuando siente como propias las situaciones de tantas personas necesitadas y de muchos grupos; cuando se pone al lado de tanta gente que no tiene quien la atienda o que no puede hacer oír su propia voz; cuando trata de resolver unas situaciones extremas que son cuestión de supervivencia.

Conciencia crítica: Cáritas informa de las necesidades que ha descubierto y de las personas que ha tenido que atender. Y lo hace, no para ganar una medalla al mérito como benefactora, sino porque el Evangelio dice que una ciudad edificada sobre una montaña no puede quedar escondida, y que el cirio encendido debe ponerse sobre la mesa para que ilumine a todos (Mateo 5,14-15). La información de Cáritas es una voz que denuncia y un dedo que acusa a los mismos cristianos, a las entidades privadas y públicas, a los organismos oficiales como poco atentos para solucionar ciertos problemas o situaciones no rentables.

Espíritu comunitario: Cáritas se interesa para que las catequesis y los sermones no se queden en simples disquisiciones teóricas o espirituales; para que las celebraciones litúrgicas no se hagan desligadas de la vida de cada día, particularmente, de los sectores más necesitados. Cáritas vela por promover en cada comunidad cristiana la preocupación por un verdadero y eficiente «servicio de caridad», que sea los ojos y las manos a favor de los hermanos que más lo necesitan.

Y ahora, tras señalar este triple compromiso, paraos frente a cada ayuda concreta que Cáritas, a lo largo de este último año, ha llevado a cabo… y escuchad. En el silencio de la pobreza sentiréis una llamada a la solidaridad. Es la llamada de Dios.

Mirad el trabajo de Cáritas, desde el proyecto más importante, hasta el más pequeño, llevado a cabo en el rincón más recóndito o en la parroquia más pequeña de la diócesis. Mirad el trabajo de Cáritas, sentaos…, leedlo y escuchareis el misterio del mar.

Vuestro,