Fecha: 3 de diciembre de 2023

El Adviento contiene una llamada profunda y apasionante. Esta llamada es tan importante que desde siglos ha puesto en movimiento a la gente, ha cambiado rostros derrotados y macilentos en semblantes iluminados, ha levantado cuerpos paralizados por el miedo y la impotencia.

Asumimos, una vez más, el reto de escuchar esta llamada, porque la necesitamos urgentemente. Discernir la vocación propia del Adviento, asumirla y llegar a vivirla en el corazón es algo hoy totalment necesario.

Es lo que estamos viviendo social, internacionalmente, personalmente, lo que despierta esa necesidad urgente. Estamos inmersos en tiempos de crisis. Y las crisis históricas son como vacíos que tienden a llenarse de palabras y mensajes «salvadores», grandes discursos y programas. También provocan mucho ruido, voces de víctimas directamente afectadas y gritos de atención proclamando soluciones como panaceas infalibles, generalment justificadas desde ideologías cerradas.

Esta es una de las razones por las cuales un autor realiza una invitación, un tanto extraña para la mayoría, al silencio. Paul Evdokimov lo denomina «el misterio del silencio». El silencio contiene un misterio, y está vinculado a la vivencia del Adviento:

«El silencio es el Adviento, el tiempo de la espera, “aunque es de noche”, la espera del inesperado. Como decía Heráclito: “Si no se espera, no se puede encontrar lo inesperado”. La inesperanza llena la boca de la nada, pero la desesperanza es el umbral de la esperanza. Guarda tu corazón en el infierno y no desesperes, dijo Cristo a un “starez” contemporáneo» (El amor loco de Dios, 21.34).

¿Qué significa esto? Este autor se plantea la pregunta, tan común entre nosotros, de qué se puede responder a un ateo que pide pruebas para creer. Responde: «únicamente esto: cuando el hombre entra en sí mismo, encuentra el verdadero silencio, oye como una llamada que le viene del Padre “que está en lo secreto” (Mt 6,6). El Padre habla por su Hijo, su Palabra, que no agobia nunca, sino que testifica la proximidad inmediata: “He aquí que estoy a la puerta y llamo”» (Ap 3,20). Aquí está el verdadero espíritu del Adviento. Nosotros, que seguimos intentando discernir y escuchar la vocación de Dios, podemos entender estos mensajes:

— El Adviento, con lo que significa de recuperar la esperanza y el ímpetu por vivir, no comienza con una planificación o un cálculo de posibilidades para nuestro futuro, sino con la capacidad de escucha.

— Porque todo, el Adviento y toda la Historia de la Salvación, comenzó y comenzará siempre, con una Palabra, una llamada, que tiene su origen en el corazón de Dios.

— Esta vocación pretende alcanzar nuestro corazón. Pero este corazón puede estar sordo, o mejor, «ensordecido» por mil ruidos o por un hermetismo de muerte.

He aquí, pues. Las grandes tareas del Adviento. Dios está a la puerta llamando, ¿qué significa esa puerta cerrada? ¿Qué impide abrirle?