Fecha: 1 de diciembre de 2024
Hoy empezamos el tiempo de Adviento y un nuevo año litúrgico. Durante estas casi cuatro semanas que preceden a la Navidad, los cristianos nos preparamos interiormente para acoger con fe y alegría la venida de Cristo.
En este primer domingo de Adviento, quisiera compartir con vosotros una pequeña historia que nos puede ayudar a comprender el sentido de este tiempo litúrgico.
Un propietario contrató a un hombre para que cuidara su jardín. Un día, aquel hombre recibió una visita. El visitante le preguntó si alguna vez había visto al propietario. El jardinero le respondió que jamás lo había visto, tan solo recibía su paga cada mes. El visitante observó el jardín y, al ver lo hermoso que era le dijo: «¡Qué bien cuidas de él!, es como si esperaras que su dueño viniera mañana». El jardinero respondió con sencillez: «Cuido de este jardín como si el dueño viniera hoy mismo».
Esta historia nos recuerda que el Adviento es un tiempo de espera vigilante y confiada. El Señor está cerca. Él siempre camina hacia nosotros y nos invita a ser sus compañeros de viaje. Dejemos que se acerque y transforme nuestro corazón. Dejemos que nos ayude a convertir nuestro mundo en un lugar más fraterno y humano.
El Adviento es también un tiempo de espera activa. Es por ello, que la Iglesia en la liturgia de estos días nos pone como ejemplo a Juan el Bautista. Fijémonos en este hombre de Dios, en su manera austera de vivir, en su sinceridad y en la valentía con la que denunciaba las injusticias. Pidamos que nos enseñe a preparar los caminos del Señor (cf. Mt 3,3).
El Adviento es un tiempo fuerte del año litúrgico en el que nuestra Madre Iglesia nos invita a orar con más intensidad. Dejemos que nos guíe la Virgen María. Ella guardaba en su corazón todo lo que contemplaba y lo meditaba (cf. Lc 2,19). Ella esperaba con ilusión la venida de su hijo. Durante estas semanas oremos con los textos que nos propone la liturgia de estos días. La Palabra de Dios, los prefacios y oraciones de la Eucaristía son luz que ilumina nuestra vida y nos ayuda a acoger a Cristo en nuestro interior.
Este tiempo fuerte de Adviento que nos ayuda a prepararnos interiormente para la celebración del Misterio de la Navidad puede ser el momento ideal para una lectura sosegada que nos permita meditar y saborear la reciente encíclica del papa Francisco Dilexit nos («Nos amó»), sobre el amor humano y divino del corazón de Jesucristo.
Queridos hermanos y hermanas, el Adviento es una oportunidad única para preparar la celebración del nacimiento de Jesús. No la dejemos escapar. El Señor está siempre cerca y viene a nosotros en cada acontecimiento de nuestra vida, en cada hermano con el que compartimos nuestra existencia. Cuidemos el jardín de nuestro corazón y de nuestro mundo «como si el dueño viniera hoy mismo». Que María sea la estrella que nos guíe en el camino que lleva a la Navidad.