Fecha: 17 de enero de 2021

Por muy diversas razones consideramos oportuno invitar a una reflexión sobre lo que podemos llamar “el humanismo cristiano activo”. Puede parecer un asunto lejano y complejo, reservado a “pensadores y especialistas”. Pero es un tema que resulta de extraordinaria importancia para nuestra vida cotidiana. Si además lo tratamos con claridad y sencillez, sin duda hallaremos luz.

Es hoy oportuno abordar el humanismo cristiano activo por diversos motivos.

          Iniciamos el Tiempo Ordinario del Año Litúrgico. La visión de Jesús en su Bautismo nos ha hecho contemplar al que consideramos “el ideal de persona humana”, el ser humano perfecto. Esta misma era la intención de Dios Padre cuando nos lo mostraba y nos anunciaba su complacencia en Él. La escena del Bautismo de Jesús es como un prólogo en el que se anuncian los elementos esenciales que hallarán su desarrollo a lo largo de la gran obra. En este caso, la vida de Jesús.

          Cada día, como personas humanas y cristianos de a pie, nos enfrentamos a decisiones, que solo se pueden sostener en la idea de mundo, de vida humana, de sociedad, que se desprende de nuestro referente fundamental, es decir, de Jesucristo: educación, compromiso con algún grupo o institución, decisiones en el terreno profesional, vida de amistad, tiempo libre, etc.

          Esto pertenece a la normalidad de la vida, pero se hace más acuciante cuando hemos de optar ante alternativas importantes: aceptación o no de profesión, cambio de destino, vínculos personales permanentes, como matrimonio o pareja, cuestiones de salud, elecciones políticas, compromisos económicos o culturales, etc.

Actualmente nuestra vida social, junto al gran desafío de la pandemia, está marcada por grandes problemáticas: la migración, la enseñanza, nuevas leyes sobre la vida, economía en crisis, y la configuración de Cataluña en el futuro, vida política marcada por inmediatas elecciones al Parlament. ¿Dónde acogernos, en qué basarnos, para acertar siendo fieles en conciencia? Tomaremos decisiones “en conciencia”, pero la conciencia pide ser iluminada mediante una ejercicio constante de discernimiento.

Nuestro punto de partida podría ser el testimonio de muchos, que se dejaron iluminar por su fe en el terreno de “lo humano”, es decir, todos aquellos que descubrieron la luz y la fuerza del “humanismo cristiano”. Pero elegimos una mujer, que junto a su hermano y otros compañeros, hicieron de esta visión cristiana de lo humano algo absolutamente decisivo, tanto para su acción comprometida, como para afrontar su propia muerte. Nos referimos a Sophi Scholl, que con su hermano, fue sentenciada a muerte por la Gestapo en 1943, como castigo por sus acciones de resistencia y oposición al régimen nazi.

Traemos aquí un fragmento de su diario, escrito 12 de febrero de 1942:

“Cuando miro a los hombres a mi alrededor, y también a mí misma, siento un enorme respeto ante las personas, pues a causa de ellas Dios ha descendido. Por otra parte es lo que menos entiendo. Sí, lo que menos entiendo de Dios es su amor. ‘Señor, necesito rezar, rogar. ¡Sí! Tendríamos que tener siempre presente cuando nos interrelacionamos que Dios se hizo Hombre por nosotros”.

Estas palabras, escritas por ella, son muy iluminadoras para entender lo que queremos decir con la expresión “humanismo cristiano activo”. Hemos de descubrir su significado, atendiendo al contexto de la vida personal y social de su autora. Veremos el punto decisivo de contacto entre la fe en la Encarnación y la vida humana de cada día.