Fecha: 4 de octubre de 2020

Desde la publicación de la encíclica Laudato si’ el 24 de mayo de 2015, el día 1 de septiembre de cada año los cristianos de todas las Iglesias y confesiones celebramos la Jornada mundial de oración por el cuidado de la creación. Con esta jornada comienza el tiempo de la creación que finaliza precisamente hoy, fiesta de san Francisco de Asís. En este periodo renovamos nuestra fe en Dios creador y nos unimos de manera especial en la oración y el compromiso en defensa de la casa común. Las Iglesias cristianas han querido que este tiempo se viva como un Jubileo de la tierra. En el Antiguo Testamento el año jubilar, que se celebraba cada 50 años, era especial, porque en él el Pueblo recuperaba su identidad como Familia de Dios y como comunidad de hermanos. Era un tiempo sagrado para volver a los orígenes, para recuperar el proyecto de Dios sobre su Pueblo, que tantas veces los seres humanos estropeamos por nuestros egoísmos y ambiciones.

El mensaje del Papa para la jornada de este año constituye una invitación a unirnos a este jubileo de la tierra viviendo nuestra relación con la creación y con los otros desde unas determinadas actitudes. Somos invitados, en primer lugar, a recordar que el fin por el cual Dios ha creado el mundo no es otro que la humanidad llegue a ser y a progresar como una comunidad de amor, como miembros de una familia que vive en relación armónica con todas las criaturas que habitan nuestra misma casa. No podemos olvidar que el auténtico cuidado de la propia vida y de la naturaleza es inseparable de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás.

El jubileo ha de ser un tiempo para regresar, para arrepentirse y rehacer los lazos que nos unen al Creador, a los demás seres humanos y al resto de la creación. No podemos vivir en armonía sin estar en paz con el Creador, fuente y origen de todas las cosas. También hemos de rehacer los vínculos que nos unen con los demás, especialmente con los más vulnerables, para crecer en comunión de hermanos. Y es también un tiempo para regresar al lugar correcto en el orden natural y reparar la armonía original de la creación y las injusticias que se hayan cometido a muchos pueblos y comunidades por el afán desmedido de beneficio de las grandes empresas.

El año jubilar era un tiempo para descansar. La creación necesita descansar. Nuestro consumo empuja al planeta más allá de sus límites. Necesitamos encontrar estilos de vida equitativos y sostenibles, que restituyan a la tierra el descanso que merece y que permitan tener los medios de subsistencia suficientes para todos sin destruir los ecosistemas que nos mantienen. La experiencia de la pandemia nos puede ayudar a redescubrir formas de vivir más sencillas y sostenibles.

El jubileo es también un tiempo para alegrarse por los esfuerzos de tantas personas que se comprometen en la lucha para que nuestro mundo sea cada vez más la casa de todos y la humanidad llegue a ser una auténtica familia de hermanos.