A lo largo de los siglos la Iglesia en Cataluña ha dejado huella en la historia, el patrimonio, la cultura, la enseñanza y muchos otros ámbitos favoreciendo su desarrollo y progreso.

Actualmente, son diez los obispados con sede en Cataluña agrupados en dos provincias eclesiásticas, la primada de Tarragona y la de Barcelona, ​​de más reciente creación. Con sus 2.113 parroquias, congregaciones religiosas y una cantidad de movimientos y asociaciones laicales, hacen presente el amor de Dios en el mundo con la generosa donación de su tiempo y sus capacidades. Esta entrega desinteresada recogida en cifras, referentes al ejercicio del año 2018, se sintetiza de forma gráfica en la segunda Memoria editada por la Conferencia Episcopal Tarraconense.

Una Iglesia que anuncia, celebra, acompaña, enseña y sirve

La primera misión de la Iglesia es el anuncio. El anuncio de Jesucristo que salva. Este anuncio, más creativo y telemático a causa de la pandemia y el confinamiento, lo realizan laicos -7523 catequistes-, los 1.530 sacerdotes y los 5.158 religiosos y religiosas a través de la catequesis, los grupos de formación cristiana, la predicación y la vida entregada que da testimonio de una esperanza más grande.

Esta misión va más allá de nuestro porque la Iglesia también tiene una misión que anuncia todo el mundo gracias a miles de religiosos y religiosas, sacerdotes y laicos que lo han dejado todo para anunciar la buena noticia de Jesús al mundo. Las diócesis con sede en Cataluña cuentan con 614 misioneros activos en cuatro continentes.

A través de los Sacramentos -18.243 bautismos, 15.738 primeras comuniones, 5.628 confirmaciones, 3.531 matrimonios y 5 ordenaciones presbiterales a lo largo del 2018-, los fieles cristianos reciben la gracia de Dios y son impulsados ​​por vivir de Él y para dar testimonio ante el mundo .

Cataluña también cuenta con numerosas ermitas, santuarios, basílicas o monasterios donde se celebra el culto. Alrededor de ellos han surgido también un gran número de tradiciones en forma de romerías, peregrinaciones y múltiples expresiones de piedad popular -Cataluña cuenta con 83 cofradías y 7 fiestas religiosas de interés turístico nacional- que articula la celebración cristiana adaptándola a cada sitio de una manera nueva.

La Iglesia, además, es una realidad inserta en la vida de nuestros pueblos y ciudades, acogiendo y escuchando, acompañando y ayudando, especialmente, a las personas mayores, los enfermos, los excluidos de la sociedad sin cerrar nunca las puertas de casa su. Por poner un ejemplo, la Iglesia en Cataluña cuenta con 2.775 voluntarios y agentes de la pastoral de la salud, 265 voluntarios de la pastoral penitenciaria y más de 4.700 personas son acompañadas cada mes en los hospitales.

Conocimientos, valores y virtudes nos descubren la belleza, la bondad y la verdad de la vida. Por eso la Iglesia ofrece a la educación un camino para acompañar a los más pequeños y jóvenes en este crecimiento. Colegios y universidades de ideario católico esfuerzan para que sus alumnos alcancen madurez y competencia para ser ciudadanos honestos, y despierten su vocación de servicio a la sociedad y al bien común en su futura profesión.

En Cataluña hay 381 centros educativos católicos donde estudian más de 237.000 alumnos y dos universidades católicas con más de 21.000 alumnos. Este hecho supone un ahorro para el Estado de 380 millones de euros.

El papa Francisco afirma que «la medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que se trata a quien está más necesitado, aquellos que no tienen nada más que su pobreza». Durante el 2018, la Iglesia ha dado, en gran parte a través de los 1.262 centros asistenciales y sociales, 510.533 personas mayores, enfermos crónicos y personas con discapacidad; más de 9.000 inmigrantes, más de 4.300 menores en centros de tutela de la infancia y más de 1.300 mujeres atendidas en centros para víctimas de violencia y promoción de la mujer, entre otros.

Con la ayuda de todos

Toda esta actividad de la Iglesia se realiza gracias al tiempo entregado y en las aportaciones de miles de personas. La mayor parte de estas aportaciones se recibe a través de las colectas, suscripciones y donativos directamente entregados a las parroquias o instituciones eclesiales, mientras que otra parte se recibe indirectamente de los contribuyentes a través de la Asignación Tributaria.

Más allá de la Jornada de la Iglesia Diocesana es importante seguir colaborando en el transcurso del año siendo corresponsables de la economía parroquial y diocesana para seguir anunciando, celebrando, acompañando, ayudando, enseñando y sirviendo, especialmente en este tiempo de crisis.