Fecha: 24 de diciembre de 2023
“La estrella de Belén es una estrella en la noche oscura, todavía hoy”. Así lo dijo Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, judía de origen, convertida al cristianismo, filósofa, monja carmelita descalza, joven mártir en el campo de exterminio de Auschwitz el 9 de agosto del año 1942.
En efecto, “todavía hoy” es noche oscura para muchos hermanos y hermanas nuestros. Hay guerra en Israel y Palestina, en Ucrania y en otros muchos lugares del mundo, que hace que nos encontremos en una “tercera guerra mundial a pedazos”, como dice el papa Francisco. En otros lugares crece la xenofobia y el terrorismo. El hambre continúa siendo gravísimo en muchos países de nuestro mundo en pleno siglo XXI. Solo unos pocos se benefician de la llamada globalización en los campos tecnológico, económico y financiero. Parece como si un tipo de fatalismo lo impregnara todo y fluyera por doquier como los virus informáticos que se difunden aceleradamente por la red de internet: “fíjate… – se oye decir – no podemos hacer nada en contra…”
En esta situación llega nuevamente la Navidad y he aquí que como Iglesia no perdemos la memoria y volvemos a recordar el nacimiento del Niño Dios en el establo de Belén, pequeño, vulnerable, desnudo. Y desnudo acabará en la cruz el Hijo de Dios cuando sea rechazado al ofrecernos el amor sin medida de Dios Padre. Nunca ninguno de nuestros fracasos será tan dramático como el suyo. Podemos, por lo tanto, afrontar con esperanza los fracasos de nuestro mundo porque el mismo Salvador recorrió este mismo camino antes que nosotros. Y lo recorrió con la paradójica fuerza de rehuir devolver mal por mal. Esta es la maravillosa libertad del Todopoderoso que vence la violencia con el bien y nos abre así el camino para el inefable don de la vida eterna.
Por lo tanto… diremos aún “¿no hay nada que hacer?” Al menos sí que podemos colaborar humildemente con el Señor – ¡que confía más en nosotros que nosotros mismos! – en una misión muy discreta, como a Él le gusta: con su gracia, sembrar allí donde estamos aquellas semillas de paz que preanuncian la vida para siempre. Dios es el único que las hará crecer, no nuestras impacientes eficacias.
Porque nos ama, el Niño Dios nos visita nuevamente en esta Navidad del año 2023, para iluminarnos como la estrella de Belén, a todos nosotros, y sobre todo a quienes viven “en la noche oscura, todavía hoy”.