Fecha: 22 de octubre de 2023

El lema que este año inspira la Jornada del Domund pone en relación el corazón y los pies del misionero: “El corazón ardiente y los pies en camino”. Es un mensaje que se inspira en la escena del Evangelio de San Lucas, donde se narra el encuentro de Jesús resucitado con los discípulos que iban camino de Emaús. ¿Qué tiene que ver esta escena con las misiones y los misioneros de hoy?

En efecto, el Evangelio habla del ardor del corazón de los discípulos. Es lo que ellos llegaron a sentir interiormente al escuchar las palabras de Jesús, cuando les explicaba las Escrituras, haciéndoles ver que Él, el Mesías, tenía que sufrir y morir.

En la narración evangélica se habla también de sus pies, es decir, del camino que recorren los discípulos. Advertimos que este camino es doble: el que ellos andan sumidos en el desengaño y la tristeza, quizá buscando consuelo, y el que recorren al retroceder llenos de gozo para encontrarse con los otros discípulos y anunciarles que Jesús estaba vivo. Este segundo camino es el que realizan como misioneros, cuyos pies el profeta canta como muy hermosos (“¡Qué hermosos son los pies del mensajero que anuncia la paz!” Is 52,7).

Hoy recordamos la necesidad urgente que tenemos en la Iglesia de fieles que realicen efectivamente este camino misionero. Sin embargo nos engañaríamos si nuestra preocupación misionera se centrara solo en estimular y apoyar esta salida para el anuncio y el testimonio. Porque esta salida misionera será inútil, estará vacía, si antes no se ha andado el otro camino, el camino en el que se haya llegado a vivir “el ardor del corazón”. Lo realmente indispensable es el nexo necesario entre esta experiencia y la salida misionera. Es decir, entre los dos caminos, el de la búsqueda y el encuentro por un lado, y el del anuncio o el testimonio por otro. Cuando falta alguno de estos dos caminos algo falla, uno u otro momento se desvirtúa: ¿qué sales a anunciar, si no es lo que nace de tu corazón que cree y vive?; ¿y por qué lo haces, si no es porque ese corazón te está empujando los pies para anunciar lo que vives?

Más aún. Todo cambia cuando somos misioneros desde el corazón ardiente. No solo el motivo, no solo el contenido del anuncio, sino que determina también la manera como lo hacemos, las actitudes, las palabras, las condiciones.

El corazón ardiente es un efecto de aquel acto por el cual acogemos la presencia y la palabra de Jesús resucitado, dejándonos transformar por Él. Y así como Él se nos ha aproximado y nos ha hablado “al corazón”, así el misionero se acerca al otro y busca hablarle al corazón, como decía el cardenal Newman. Es la urgencia del anuncio, la libertad y la valentía evangelizadora, la alegría que se contagia, la escucha y el respeto en la comunicación, la sinceridad y la confianza que facilitan el encuentro…

La experiencia de los discípulos de Emaús, el ardor que sienten en el corazón al escuchar la explicación de las Escrituras por Jesús, consiste esencialmente en que captan el motivo profundo por el cual Él sufrió su Pasión y Muerte (eso que tanto les había escandalizado). En definitiva, se sintieron profundamente amados, hasta ese extremo. Eso mismo es lo que mueve  y sostiene el anuncio del misionero. Porque lo que hacen sus pies es llevar a otros el amor que a él mismo le había alcanzado.