Fecha: 28 de enero de 2024

Para no caer en fórmulas rutinarias y vacías, queremos ser conscientes de lo que deseamos cuando saludamos al amigo con la bella y sencilla fórmula “feliz año nuevo”. Hemos dicho algo sobre lo que significa “feliz”, aplicado al año. Digamos algo sobre el adjetivo “nuevo”.

La novedad del año viene marcada, lógicamente, por el calendario, es decir, por el tiempo. El tiempo es ese misterio que intentamos medir con el reloj. Y ese intento nos proporciona la ilusión de que así lo dominamos, cuando en realidad es él quien nos domina con su poder implacable.

¿Quién podrá escapar de la esclavitud del tiempo? El tiempo comporta inexorablemente desgaste y degradación. Todos quieren ser jóvenes, al menos parecerlo. Son muchísimos los intentos de luchar para conservar la lozanía. Siempre ha ocurrido así, pero conforme crece el poder científico y técnico y la importancia de la buena imagen personal para tener éxito, el esfuerzo para aparentar juventud es mucho mayor. Hoy casi se puede considerar como una obsesión. El presupuesto personal en medicinas y cosmética va en aumento según la capacidad económica y el estatus social…

Conservamos esta bella felicitación, sin pensar quizá que nuestro amigo dentro de un año será más viejo y que el tiempo le habrá arrebatado facultades y posibilidades de vivir. Por eso, desear un feliz año nuevo tendrá que incluir estos deseos:

–       Intenta afrontar el gran reto de integrar el envejecimiento. Evita caer en reacciones depresivas y no consideres nuestro saludo como una broma irónica.

–       Evita otras salidas, como la simulación y el empeño de cuidar tanto la apariencia hasta obsesionarte. Quiero ser el buen amigo que te quiere tal como eres y desea de ti que no te creas feliz el próximo año porque has logrado disimular tu envejecimiento mediante una “juventud aparente y, artificial”. Eso acaba siendo ridículo.

–       Pregúntate conmigo esta cuestión: ¿cómo pasar de la novedad del calendario a la novedad real, de la novedad de la fórmula convencional de nuestros saludos a la novedad de la vida?

–       No dejo de desear para ti lo que todos dicen: que tengas suerte en el trabajo, en la convivencia, en la relación personal y afectiva, en la salud, en lo económico, etc. Me alegraré contigo si te va bien en este terreno.

–       Pero mi deseo es más sincero y profundo. Deseo que seas feliz “siendo buena persona”, que cumplas lo que dictan los valores humanistas que, más o menos, acepta todo el mundo y que describen una vida “correcta”, justa y solidaria, según se expresa en leyes, creaciones literarias, culturales, discursos…

–       Y aún deseo para ti algo más valioso. Compartimos lo que significa ser feliz desde la fe en Cristo. Y aunque muchos piensan que nuestra fe no aporta ninguna novedad a la felicidad que proporciona “ser buena persona”, quisiera que en tu búsqueda de la alegría más completa y auténtica, encontraras la novedad de Cristo, esa novedad que revoluciona de arriba abajo el pensamiento, el corazón, la vida toda. Esa novedad que “hace nuevas todas las cosas” (Ap 21,5)

Que el año nuevo sea la vida del “hombre nuevo”, esa vida que no deja de avanzar en el amor, que canta sin parar el cántico de alabanza siempre nuevo, que es cada vez más libre y vinculada a Dios y a los hermanos en el servicio, que camina hacia la eternidad contagiando la esperanza…