Fecha: 5 de julio de 2020

A comienzos del curso que ahoraconcluimos, la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal publicó un importante documento titulado «Mi almatienesed de Dios, del Diosvivo» (Sal 42, 3). Orientacionesdoctrinales sobre la oracióncristiana. La importancia de este documento está, en primer lugar, en el tema que aborda, que afecta a lo más nuclear y auténtico de la vivencia de la fe: la oración como momentofundamental del encuentro y la relación con Dios. Estamosante una cuestión de gran trascendencia para el presente y el futuro de la Iglesia, porque una fe que no se alimenta en la oración no crece en el amor a Dios y llega a convertirse en algosinalma. Sin la oración ni los creyentes ni la Iglesia en su conjunto podemoscrecer en santidad.

El documento comienzahaciéndonoscaer en la cuenta de la situación cultural paradójica en la que nos encontramos: “la cultura y la sociedadactuales, caracterizadas por una mentalidadsecularizada, dificultan el cultivo de la espiritualidad y de todo lo que lleva al encuentro con Dios. Nuestro ritmo de vida, marcado por el activismo, la competitividad y el consumismo, genera vacío, estrés, angustia, frustración, y múltiples inquietudes que no logranaliviar los medios que el mundo ofrece para alcanzar la felicidad” (n. 1). Sin embargo, esta situación no apaga la sed de Dios que hay en el corazón de todohombre, por lo que nos encontramostambién que “no pocossienten un deseoacuciante de silencio, serenidad y paz interior. Estamosasistiendo al resurgir de una espiritualidad que se presenta como respuesta a la “demanda” creciente de bienestar emocional, equilibrio personal, disfrute de la vida o serenidad para encajar las contrariedades… Una espiritualidadentendida como cultivo de la propiainterioridad para que el hombre se encuentreconsigomismo, y que muchas veces no lleva a Dios” (n. 2).

Esta mezcla de secularización y búsqueda de paz interior han favorecido que hoy nos encontramos en un “mercado” con muchasofertas que quierenresponder a la necesidad que el ser humanotiene de encontrar sentido y orientación para su vida. Algunas de estaspropuestasestáninspiradas en tradicionesreligiosas y principiosdoctrinalesajenos y, a menudo, incompatibles con verdadesfundamentales de la fe cristiana, con la concepción del hombre que nace de ella y con la salvación a la que Dios nos llama en Jesucristo. Pensemos, por ejemplo, en la práctica del yoga, inspirado en el budismo zen; o en el mindfulness, que tanta aceptacióntieneúltimamente en ciertos ambientes sociales.

Si estasprácticasfueranúnicamenteunastécnicas para encontrar serenidad interior, no existiríaningún problema. Perofrecuentemente se justifican en teorías sobre energíascósmicas, o sobre la interioridad del ser humano o la meta a la que se quiere llegar, que contradicen la doctrina cristiana de la creación, de la relación del hombre con el cosmos y de la plenitud que solo encontraremos en Dios. Ante esta situación el documento quiere recordar los elementosesenciales que no pueden faltar en una iniciación a la oración cristiana, que es el auténtico camino para llegar al Diosvivo y verdadero, el Único que puede saciar la sed de felicidad que hay en el corazón del hombre.