Fecha: 3 de octubre de 2021
Hace unos años la fiesta de la Patrona de nuestra ciudad se celebraba el día 2 de octubre. En la actualidad, debido a los horarios comerciales y a la fijación de las fiestas laborables para todo el año, se hizo coincidir con el primer domingo de octubre. Para esta ocasión la Academia Mariana organiza, como siempre ha hecho, los actos en honor a la Virgen con la finalidad de recordar y actualizar una tradición que nace en la segunda mitad del siglo XIX por el impulso de un grupo de cristianos interesados en el estudio de los diversos temas marianos y con la intención de propagar en todas las familias leridanas la cercanía y la devoción a la Madre de Jesús. Durante muchos años el certamen que se organizaba en la sede de la Academia Mariana tenía una indudable proyección religiosa y cultural que repercutía en toda la diócesis y a la que asistía un numeroso grupo de devotos. Era un acto de primer orden para toda la ciudad.
La actual Junta Directiva pone la misma ilusión de siempre en la organización de las distintas actividades marianas a pesar de que en las últimas ediciones la situación socio-sanitaria se ha hecho notar y ha habido grandes dificultades para una adecuada realización. Se ha utilizado la moderna tecnología para que las comunidades cristianas renovaran su devoción a la Patrona y disfrutaran de esta fiesta.
Me siento de algún modo portavoz de los miembros de la Junta para invitar a todos a participar en los distintos actos. Además, como responsable diocesano, me siento obligado a recordar la importancia de la Virgen María en nuestra propia historia, a rendir homenaje a los fundadores de esta tradición religiosa y a solicitar una mayor presencia en nuestra sociedad de esta advocación.
En la historia de la salvación María ocupa un lugar preferente y fundamental entre las personas que a lo largo de los siglos son llamadas por Dios pidiendo su colaboración en la presentación de su designio y de su voluntad de salvación. Patriarcas, reyes, jueces y profetas en el Antiguo Testamento. Apóstoles en el Nuevo. En la cima de esta gran montaña de seguidores una joven de Nazaret que acepta sin condiciones la petición de Dios. Desde un principio busca corresponder alegrándose y cantando las maravillas del Señor, visitando a su prima Isabel para ayudarla, confiando en Dios ante las dudas de san José, sintiendo soledad en el nacimiento de su Hijo a quien acompaña durante su vida hasta el pie de la cruz.
Un elogio y un agradecimiento al grupo de seglares que desde 1862, con Mossen Escolà al frente, se preocupan de promover la devoción mariana, de levantar una casa y de celebrar cada año un acontecimiento en la sociedad. El objetivo es claro: mirar a María y seguir su ejemplo.
Habrá una mayor presencia de la Virgen en nuestra sociedad si conseguimos hacer creíble con nuestra vida el mensaje de Jesús porque respondemos con coherencia a sus exigencias. Además de alabar a Dios de forma permanente y darle gracias, queremos actuar como lo hace la Madre con los más necesitados de la tierra: los expulsados de sus tierras y perseguidos por sus ideas, los que carecen de alimentos y medicinas, los que son víctimas de las guerras o de los actos terroristas, los que sufren agresiones y maltratos sobre todo mujeres y niños, los heridos en su dignidad y los muertos por el descarte (en palabras del Papa cuando afirma que “sobran” o “no son productivos”) recurriendo al aborto o a la eutanasia. ¿Cuándo aprenderemos a actuar como una madre que promueve siempre el amor entre hermanos?
Que la Patrona de Lleida, igual que las muchas advocaciones marianas de nuestra diócesis, nos empuje a la alabanza a Dios y al compromiso con los hermanos.