Fecha: 13 de agosto de 2023
Recibir el gran don de la fe por el bautismo es un compromiso irrevocable de Dios misericordioso para con cada cristiano, que reclama una respuesta también irrevocable y fiel del creyente. Nuestra vinculación a Cristo la llamamos “fidelidad” y esto significa no sólo perdurar, sino mantener un espíritu atento para crecer en la fidelidad continuamente, sin medias tintas. Puesto que Dios es fiel en el amor, queremos acoger con agradecimiento ese amor y dar frutos, en el tiempo. Habrá que estar atentos a las “patologías” de la fidelidad como son la doble vida, la insensibilidad, la mediocridad, las ambigüedades, las intermitencias sin estabilidad, o la perseverancia sin santidad, sin radicalidad evangélica comprometida. Nos ayudará la contemplación de la fidelidad de Cristo al Padre y la atracción del testimonio de Josep Tàpies y de sus compañeros sacerdotes mártires de La Pobla de Segur. No eran unos héroes, sino hombres como nosotros, sacerdotes de nuestras tierras, pero creyeron y se abrieron a la gracia de Dios que les sostuvo. Ahora son intercesores y modelos en los combates de la vida. Pidámosles la fidelidad en la fe y en nuestros compromisos, que es lo que dará credibilidad a nuestro testimonio perseverante y fiel de Jesucristo.
Abrámonos al don del Espíritu Santo que nos hace fieles. Sin Él no podríamos hacer nada y todo resultaría estéril. Necesitamos profundizar en la fidelidad evangélica, hecha de humildad, porque el cristiano se sabe débil pero no se instala ni se conforma con la debilidad; fidelidad hecha de crecimientos pequeños pero constantes; hecha de pequeñas fidelidades diarias pero que constituyen los grandes compromisos de nuestras vidas; y, sobre todo, hecha de acogida de la gracia de Dios, que evitará que caigamos en la tentación del cansancio y el desánimo, o en la angustia por creer que todo depende de nosotros solos. ¡Los mártires nos fortalecen y ayudan desde el cielo!