Fecha: 12 de noviembre de 2023

Hoy domingo os comparto una bella oración. Me llegó de un anciano sacerdote, después de una larga vida de entrega pastoral. Con esta oración os invito a rezar dando gracias a Dios, de manera especial, por nuestros sacerdotes ancianos, de los que tanto bien hemos recibido, por su gran testimonio de fidelidad.

La oración dice así:

“Señor acepta mi ancianidad, pero no permitas que me convierta en un viejo de mí mismo. No quiero darme por vencido, y recordar con nostalgia el tiempo pasado. Contigo Señor he tomado el decidido camino hacia adelante y no quiero mirar hacia atrás. Acepto mi cuerpo frágil y torpe para andar, lo acepto así tal cual es. Hazme caminar, aunque sea a paso lento, pero no me dejes instalado: lo que no he hecho, lo que no he amado, lo que no he vivido. No quiero que entre en mi corazón la desconfianza, ni el miedo a la muerte. Quiero creer en ti que eres el Dios de la Vida. ¡No importa Señor, que mi memoria sea frágil, que olvide el nombre de las personas, ciudades y cosas, que ellos sabrán perdonar! Acepto que mis amigos disimulen mis olvidos y me sujeten de los codos para subir y bajar las escaleras, les agradezco la finura de su gesto. Señor, no permitas que sea un viejo triste y con ello entristezca a los demás. Haz que no sea gruñón, ni agrio, ni mal agradecido, ni un viejo vanidoso con aires de pieza de museo, ni un viejo difícil y susceptible. Señor, dame la sencillez de corazón para confesar que estoy cansado, pero no me quites el servicio al mundo y a la Iglesia, no quiero retirar mis manos antes que tú me lo pidas con la enfermedad o la muerte. Mantén en mí la voluntad de aceptar contento mis limitaciones. Y, al no tener responsabilidades, que goce orando por los que toman el relevo. Que cuando ya no pueda predicar, me contente con regar las plantas de mi jardín. Y cuando no pueda salir al jardín, pueda mirar desde la ventana las actividades de los gorriones y logre escuchar el canto de los zorzales, rezando el Padre Nuestro y el Ave María. Aún más Señor que cuando ni siquiera pueda hacer otra cosa que dejarme cuidar por las personas que me rodean, entonces sepa por lo menos, sonreír y agradecer”. Amén.