Fecha: 16 de enero de 2022

Estimados y estimadas. Cada año, entre los días 18 y 25 de enero, las diferentes confesiones religiosas que profesamos la fe en Jesucristo, pero que desde hace siglos vivimos separadas, celebramos el Octavario de oración por la Unidad.

El Evangelio de Mateo cuenta que la aparición de una estrella en el cielo representó un signo de esperanza guiando a los Magos ―y, con ellos, de hecho, a todos los pueblos de la tierra― hacia el lugar donde el verdadero rey y Salvador debía manifestarse. De ahí el lema que este año el Pontificio Consejo para la promoción de la Unidad, conjuntamente con el Consejo Mundial de las Iglesias nos proponen para la oración de este Octavario: «Hemos visto su estrella en Oriente, y hemos venido a adorarlo» (Mt 2,2). Los Magos nos manifiestan la unidad de todos los pueblos querida por Dios. Vienen de tierras lejanas y representan culturas diversas, pero son conducidos por el mismo afán de reunirse alrededor del Mesías y Señor. De forma similar, los cristianos de hoy tenemos que convertirnos en un signo como fue el de la estrella: de guiar a la humanidad en su sed de Dios, de conducir a todos a Cristo, y de ser el instrumento mediante el cual Dios lleva a cabo la unidad de todos los pueblos.

Me ha complacido especialmente comprobar cómo en el dossier de textos editado para preparar las oraciones de este Octavario, traducidos por el Centro Ecuménico de Cataluña, se indica explícitamente que las citas bíblicas reproducidas en las diversas páginas, han sido extraídas de la Biblia Catalana Interconfesional. Se trata de una traducción aceptada por las diversas confesiones cristianas en el marco de los acuerdos entre el Secretariado para la Unidad de los Cristianos y las Sociedades Bíblicas Unidas, firmados en 1968, tres años después del Concilio Vaticano II. Esta traducción catalana de la Biblia se añade, pues, a un amplio corriente de diálogo esperanzado entre las Iglesias cristianas, que tiene a la Sagrada Escritura como punto de referencia común y fundamental. Si tenéis que adquirir una Biblia en catalán, os la recomiendo especialmente. Además, a nivel científico, es la mejor traducción catalana que tenemos en estos momentos. Lástima que las versiones litúrgicas no la sigan todavía.

Es importante constatar cómo uno de los frutos del diálogo entablado en nuestro país para superar las divisiones entre los cristianos haya sido motivado por la Sagrada Escritura, «Palabra de Dios en tanto que es puesta por escrito bajo la inspiración del Espíritu divino», como afirma el Concilio Vaticano II (DV 9). A su vez, es el texto literario que más ha influido en la cultura y la historia de la humanidad. Estamos al menos unidos por la Palabra de Dios, que leemos en una traducción común y consensuada. Creo que debemos saber valorar este hito, que marca positivamente la historia del diálogo ecuménico en Cataluña.

Es necesario mantener la esperanza. Como afirma también el Vaticano II en el Decreto sobre la Restauración de la Unidad, «que recuerden todos los fieles que más promoverán y realizarán la unión de los cristianos, cuanto más se esfuercen en llevar una vida más pura, según el Evangelio. Para que cuanto más se unan en estrecha comunión con el Padre, el Verbo y el Espíritu, tanto más íntima y fácilmente podrá aumentar la mutua fraternidad» (UR 7).

Que la luz de Oriente nos ilumine.

Vuestro,