Fecha: 21 de marzo de 2021

Hemos utilizado estos comentarios semanales, entre otras cosas, para hablar del significado de la cuaresma y también de la importancia de las cofradías y hermandades en las manifestaciones externas de las devociones cristianas. Hoy hablamos de la preparación de la Semana Santa y todavía queda uno más para referirnos a la fiesta central de los cristianos, la Pascua de Resurrección.

Todos estos comentarios están matizados por las circunstancias sanitarias en las que vive nuestra sociedad. Parece que no podemos o no debemos olvidar lo que ocurre a nuestro alrededor y tener una mirada cristiana ante los acontecimientos por muy duros que se manifiesten. La fe que profesamos sustenta nuestra propia vida y es un soporte seguro para afrontar las condiciones del sufrimiento, de la soledad y de la muerte que tan a menudo nos golpean. Hemos escrito y nos han dicho muchas veces que la fe no puede ir por un camino distinto a la vida. Necesitamos expresar coherencia entre lo que creemos, lo que celebramos y lo que vivimos. Por eso mismo cuando nos preparamos para la Semana Santa, buscamos un revulsivo desde lo más profundo de nuestro corazón para que no se quede todo en la apariencia o en la expresión externa de nuestra devoción.

Voy a lo más concreto. Quiero evitar que estas breves orientaciones parezcan un recetario que ayude a tranquilizar la conciencia. Buscamos siempre lo esencial o, al menos, lo importante.

1.- Los cristianos debemos asistir a las celebraciones litúrgicas en nuestras parroquias. La experiencia cristiana no se reduce sólo a una adhesión mental a unas verdades, sino a la alegría de la celebración de Jesucristo que nos aporta libertad, confianza y fortaleza para la vida diaria.

2.- Los cristianos aprovechamos estos días para revisar nuestra vidas evitando el mal y practicando el bien. Esa revisión nos lleva a recibir la gracia del perdón en el sacramento de la penitencia. ¡No temáis nunca al acto de la confesión! Es la alegría, la gratitud y la misericordia del perdón de Dios para cada uno que se arrepiente y empieza un nuevo camino.

3.- Los cristianos explicamos los momentos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús a todos aquellos que viven con nosotros. Si no vemos los pasos en las calles, busquemos en las ilustraciones de los libros el modo de acercar la vida del Señor a la consideración de todos. Es una especie de catequesis familiar que no podemos olvidar.

4.- Los cristianos dedicamos un tiempo a la oración. Con la lectura de textos de la Sagrada Escritura, con el silencio doméstico, con la repetición de pequeñas devociones familiares. Todo contribuye a situar nuestra vida en la presencia de Dios.

5.- Los cristianos necesitamos cambiar de vida. Mirando a Jesucristo queremos eliminar la mentira y buscar la verdad; queremos aplicar la cercanía y la ternura en las relaciones con nuestros hermanos; queremos huir del insulto y manifestar el reconocimiento y el cariño por los demás; queremos usar parte de nuestro tiempo en un servicio concreto a la comunidad; queremos fomentar la comunión y la fraternidad entre todos como una exigencia radical de nuestra fe.

No os quepa la menor duda. Si actuamos así los demás se sorprenderán de nuestra actitud y admirarán nuestro comportamiento. Es una inmejorable oportunidad para preparar y acomodar nuestra vida a lo que vivió Jesús durante los últimos momentos de su existencia temporal.