Fecha: 24 de mayo de 2020
Esta semana quiero dirigirme a todos los niños y niñas de la diócesis que ibais a recibir la primera comunión durante este tiempo de Pascua. Como bien sabéis, debido al coronavirus que ha afectado a muchas personas y para evitar más contagios, la catequesis se tuvo que interrumpir el pasado mes de marzo y no habéis podido recibir al Señor por primera vez en la Eucaristía. Ya sabéis que esto no ha ocurrido únicamente con la catequesis y las celebraciones de la Iglesia: también dejasteis de asistir al colegio e incluso muchos de vuestros padres dejaron de ir a trabajar. La situación que estamos viviendo ha tenido consecuencias en todos los ámbitos de nuestra vida.
Estoy convencido de que os estabais preparando con ilusión para esta celebración tan importante para vosotros y vuestras familias. También a Jesús le hacía ilusión ser acogido por cada uno de vosotros, porque Él desea ofrecernos a todos su amistad y espera que nosotros también deseemos ser sus amigos. Cada vez que le recibimos en el sacramento de la Eucaristía, si lo hacemos con el deseo de estar cada día más unidos al Señor, nuestra amistad con Él se hace más fuerte. Por ello, para poder recibirlo dignamente, en este tiempo de preparación para vuestra primera comunión también ibais a celebrar por primera vez el sacramento del perdón y la reconciliación con Dios. Estos dos sacramentos son los que nos ayudan a que nuestra amistad con Jesús sea cada día más intensa.
Es posible que, debido a todo lo que ha pasado, algunos de vosotros y vuestras familias ya no sintáis la misma ilusión que teníais estos meses pasados. También puede suceder que en algunos casos la fiesta con la familia y los amigos no pueda ser como se había pensado. Si os pasa esto, os pido que no os desaniméis, porque todo eso no es lo más importante en el día de vuestra primera comunión. Os quiero recordar que lo más importante en este momento es recibir al Señor, y que la ilusión más grande que deberíais tener ahora y siempre es llegar a ser cada día mejores amigos de Jesús. Eso es lo que os dará la verdadera alegría.
Tan pronto sea posible, los sacerdotes y catequistas que os han acompañado durante estos años se pondrán en contacto con vosotros y vuestras familias para completar la preparación y organizar en las parroquias la celebración de la Eucaristía en la que recibiréis al Señor. Os invito a prepararos de la mejor manera posible para acogerlo con la misma alegría con la que acogéis a alguien que quiere ser vuestro amigo.
A los padres y familiares de estos niños y niñas os quiero pedir que les acompañéis en este camino que les conducirá a Jesús, que compartáis con ellos la ilusión por vivir la fe y les ayudéis a valorar lo que es realmente importante en su primera comunión. Por parte de los sacerdotes y de las parroquias pondremos todas las facilidades para que sea un día de alegría para todos.
Con mi bendición y afecto.