Apreciada Isabel,
Hace algunos días que escribisteis una carta abierta a los obispos de Cataluña, y os preguntabais dónde estaban en estos momentos en que vuestro hermano Jordi Turull y otros dirigentes políticos se encuentran sufriendo una larga prisión preventiva, y en el momento angustioso en que cuatro de ellos han iniciado una huelga de hambre en la cárcel de Lledoners. Y explicabais que merecen mucho respeto por sus firmes convicciones y creencias. Vuestras palabras son intensas, para los Sres. Obispos.
En este momento quieren expresaros su respeto y a la vez su profunda preocupación, ante la huelga de hambre que llevan a cabo estos cuatro políticos, que pone gravemente en peligro su salud y su vida. Los cristianos somos defensores de la vida y velamos para no ponerla en riesgo. Esta iniciativa muestra la situación excepcional en que se encuentran estos y otros dirigentes catalanes en prisión preventiva decretada por el Tribunal Supremo que los comporta un largo tiempo de privación de libertad, sin que se haya celebrado ningún juicio oral. En su caso cuesta entender la larga prisión preventiva. Los Obispos confían que las autoridades judiciales competentes resolverán de forma rápida y ajustada al derecho los recursos planteados, y que el futuro juicio al que serán sometidos será un juicio con plenas garantías y en el mínimo periodo de tiempo posible.
Hasta ahora los obispos de Cataluña, siempre con discernimiento pastoral y por responsabilidad hacia la misión recibida, han dado a conocer de formas diversas, con sus intervenciones en notas, escritos, homilías, declaraciones, entrevistas e intenciones de plegaria, su deseo de que se llegue a una solución justa para los políticos encarcelados, que ayude a la paz social. En la reunión de la Conferencia Episcopal Tarraconense del pasado mes de julio manifestaron con unanimidad de los trece obispos que habían tenido noticia del acercamiento de algunos antiguos miembros del Gobierno de la Generalitat y otros dirigentes sociales a Centros penitenciarios ubicados en territorio catalán, y que celebraban la aplicación de esta medida legal y humanitaria que, sin duda, favorecería el contacto con las familias de estos detenidos en prisión preventiva. También añadían que deseaban que se dieran pasos para que se pudiera encontrar solución en la actual situación que fuera justa y aceptable para todo el mundo, con un gran esfuerzo de diálogo desde la verdad, con generosidad y búsqueda del bien común.
No citaron en julio el texto en el que se inspiraron y que estaba subyacente del Papa Francisco, cuando se dirigió a la Asociación Internacional de Derecho Penal (24.10.2014), que afirmaba que “la prisión preventiva (cuando de forma abusiva procura un adelanto de la pena previa a la condena, o como medida que se aplica ante la sospecha más o menos fundada de un delito cometido) constituye otra forma contemporánea de pena ilícita oculta, más allá de un barniz de legalidad. La cuestión de los detenidos sin condena se tiene que afrontar con la debida cautela, desde el momento que se corre el riesgo de crear otro problema tan grave como el primero, si no peor: el de los reclusos sin juicio, condenados sin que se respeten las normas del proceso”.
También os puedo decir que desde entonces, los obispos que tienen políticos encarcelados en centros situados en sus Diócesis han visitado, de forma queridamente discreta pero comprometida, quienes sufren la falta de libertad. Y lo harán nuevamente con motivo de la Navidad ya cercana, como hacen siempre. También se han entrevistado con algunos familiares para apoyarlos en estos momentos de sufrimiento, y valoran que muchas Parroquias y Centros religiosos sean promotores de los derechos de las personas y procuren estar muy cercanos y acogedores a todas las situaciones de sufrimiento, como las de vuestra familia, o por otras causas. Os puedo asegurar que los pastores de la Iglesia que hace camino en esta tierra, han querido transmitir a sus comunidades cristianas y a la sociedad en general, de forma respetuosa y humilde, que el diálogo, el respeto, el perdón mutuo, la reconciliación y la búsqueda del bien más grande, ni que sea con sacrificios por parte de todos, será lo que nos llevará a la concordia y a la paz social.
Los obispos se unen respetuosamente a vuestra preocupación por vuestro hermano y por los otros que están realizando huelga de hambre, y sabed que, el respeto escrupuloso que los obispos quieren mantener ante las diversas opciones políticas lícitas y presentes en la comunidad eclesial, no es absentismo o distancia fría sino valoración positiva de la pluralidad que actualmente se da entre nosotros y atención pastoral a la unidad eclesial y a la caridad que tiene que reinar en todo.
Quedamos a vuestra disposición, y continuamos rogando por ellos y por el futuro en paz de nuestro país. Cordialmente,

Mn. Norbert Miracle
Vicesecretario de la Conferencia Episcopal Tarraconense