Fecha: 10 de agosto de 2025

Estimados hermanos y hermanas:

Este lunes celebramos la festividad de santa Clara de Asís, «sierva de Cristo, pequeña planta de nuestro padre Francisco», como le gustaba definirse a ella misma. Desde muy pequeña, santa Clara, cofundadora de las Hermanas Clarisas pobres y primera abadesa de San Damián, quiso vivir según el modo del Santo Evangelio, entregada sin medida al amor de su vida, Jesús de Nazaret.

Durante una audiencia general de septiembre de 2010, el Papa Benedicto XVI reveló que para Clara, sobre todo al principio de su experiencia religiosa, Francisco de Asís «no sólo fue un maestro cuyas enseñanzas seguir», sino también «un amigo fraterno». Fue la primera mujer en la historia de la Iglesia que compuso una Regla escrita, sometida a la aprobación del Papa, «para que el carisma de Francisco de Asís se conservara en todas las comunidades femeninas que ya se iban fundando en gran número en su tiempo y que deseaban inspirarse en el ejemplo de Francisco y de Clara».

Su lema, Paz y Bien, lo inunda todo; así como su carisma, centrado en el amor a Cristo y, desde Él, a su pobreza, obediencia y castidad como expresión de libertad y entrega. Santa Clara soportó el peso de la enfermedad durante 27 años, que pasó en el convento de San Damián, donde murió después de aguantar de manera estoica el sufrimiento. Sin quejarse, sin cesar en la oración, sin dejarle paso al lamento: «Desde que me dediqué a pensar y meditar en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, ya los dolores y sufrimientos no me desaniman sino que me consuelan», confesaba.

Su figura, labrada a base de amor y fe, ha de ser un ejemplo para todos nosotros, tan acostumbrados a pensar en nuestro sentir, en nuestro padecimiento, en nuestro dolor. Y ella nos enseña a situar, por encima de todo, a Cristo; a dejar a un lado el yo para ser auténticamente de Él. Santa Clara, hoy y siempre, ¡ruega por nosotros!