Fecha: 23 de abril de 2023

Estimadas y estimados. Los pueblos son algo más que un grupo humano ligado por los vínculos de una ley o una constitución, un pacto o un reglamento. Si no fuera así, serían entonces naturaleza muerta: haces de ramas muertas atadas con una cuerda. Los pueblos son seres vivos. Tienen alma. El vínculo que los forma no es una pura coerción legal más o menos aceptada. Les une un cariño. Les da vida una savia de amor. No son un haz de leña. Son un árbol vivo. A veces, se les cae la hoja, pero después renacen y dan fruto.

¿Qué vínculo social, qué savia vital ha mantenido viva a Cataluña y la ha hecho renacer cuando parecía muerta? Sin vínculos jurídicos, sin códigos de derecho público, sin constituciones que la protegieran, ha tenido que vivir a la intemperie muchos siglos. ¿De dónde ha sacado la fuerza para no desintegrarse? Pues de una afección social, de una voluntad fraternal, de un amor. Los catalanes se han sentido hermanos. Y la historia nos dice que la fe cristiana les ha ayudado a sentirse así. Repasad, por ejemplo, la historia de la segunda mitad del siglo XIX ―cuando el espíritu del pueblo catalán volvió a reavivarse― y lo veréis.

Los catalanes se encontraron en una casa solariega con mil años de historia, que era un monasterio de benedictinos y un santuario de la Virgen, Montserrat. Cuando el 11 de septiembre de 1881 los catalanes se reunían en el santuario para celebrar que la Virgen de Montserrat fuera proclamada patrona de Cataluña, estrechaban los lazos que les hacían pueblo. El papa León XIII les dijo en un mensaje para la ocasión: «Catalanes, en la montaña de Montserrat y en la devota imagen que allí se venera, tenéis a vuestra madre».

Mucho más tarde, terminada la Guerra Civil, se propuso la idea de construir un nuevo trono para la Virgen. El abad Aureli M. Escarré lideró la idea de hacerlo mediante aportaciones populares. Se conectó con las parroquias, los patronatos católicos, las congregaciones, los movimientos religiosos, centros culturales, órdenes religiosas… Se organizaron charlas, actividades de propaganda, folletos… y se movilizaron miles de catalanes. El acto de entronización, el 27 de abril de 1947, fue un éxito. Participaron unas 90.000 personas. Miles de peregrinos, congregados en la plaza del monasterio, con la presencia de todos los obispos de Cataluña, invocaron con fervor la protección de la Moreneta y escucharon la lectura de las invocaciones de la Visita espiritual a la Virgen de Montserrat del obispo Torres y Bages. Se cantó el Virolai, se proclamaron sermones adecuados y se leyeron mensajes de muchos catalanes exiliados… Ahora, de esta efeméride se han cumplido 75 años. De ahí que a lo largo de todo este año se hayan programado diversos actos, tanto en el Santuario como en las diversas catedrales y, al mismo tiempo, se prepare una peregrinación a Roma, prevista para el próximo mes de octubre, con todos los obispos de Cataluña.

Esta semana celebramos San Jorge y la Virgen de Montserrat. Pidamos a la Virgen morena que vengan horas de paz y concordia para nuestra tierra. Horas de trabajar para la reconstrucción de la patria. Horas de sentirnos hermanos y no horas de división y pelea.

Vuestro,