Fecha: 25 de septiembre de 2022

Aquel paso de los Ejercicios de San Ignacio que denominamos “Sentir la Iglesia” es presentado por algunos directores aprovechando las posibilidades que ofrece el pasaje del Evangelio de San Juan de la pesca milagrosa en el lago Tiberíades y el almuerzo con Jesús en la playa (Jn 21,1-14).

Sucedió de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, Natanael, , los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos de Jesús. Simón Pedro les dijo: –Me voy a pescar. Ellos contestaron: –Nosotros también vamos contigo… Pero aquella noche no pescaron nada. Cuando comenzaba a amanecer, Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no sabían que fuera él. Jesús les preguntó: –Muchachos, ¿no habéis pescado nada? –Nada –le contestaron. Jesús les dijo: –Echad la red a la derecha de la barca y pescaréis. Así lo hicieron, y luego no podían sacar la red por los muchos peces que habían cogido. Entonces aquel discípulo a quien Jesús quería mucho le dijo a Pedro: – ¡Es el Señor! Apenas oyó Simón Pedro que era el Señor… se lanzó al agua. Los otros discípulos llegaron a la playa con la barca, arrastrando la red llena de peces… Al bajar a tierra encontraron un fuego encendido, con un pez encima, y pan. Jesús les dijo: –Traed algunos peces de los que acabáis de sacar. Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la playa la red llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: –Venid a comer. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó en sus manos el pan y se lo dio; y lo mismo hizo con el pescado.

Quizá la lectura orante de esta escena evangélica nos ayude a “sentir la Diócesis”.

1)    El grupo de discípulos saben y han visto que Jesús está vivo. Pero les falta algo esencial. Es de noche, están juntos, pero inactivos y sus iniciativas resultan estériles.

2)    Una sugerencia de Pedro es secundada por los demás. Una decisión a ciegas, sin cálculo cierto.

3)    Jesús se presenta como uno cualquiera que pide algo para comer. Pero su palabra y la obediencia de los discípulos hacen eficaz el trabajo: el origen y el motivo de toda acción eclesial no puede ser otro que su mandato.

4)    El primero en reconocer a Jesús es el discípulo amado. El amor y la fe despiertan los ojos para descubrir su presencia entre nosotros.

5)    El primero en lanzarse a buscar a Jesús es Pedro, quizá consciente de que con él va toda la Iglesia. El amor estimula el encuentro y la proximidad.

6)    Un gran número de peces, que, con ser muchos, no se rompió la red. Porque el don de Jesús siempre es sobreabundante y la diversidad, que nace de Cristo, no rompe la unidad.

7)    Jesús ha preparado el almuerzo para sus discípulos. La comunión es don divino. Él es el agente indispensable. Aunque Jesús pide que añadan algunos peces que los discípulos habían pescado. Siempre desea que pongamos de nuestra parte (que también es don suyo).

8)    “Venid, comed”, como invitados al banquete de la Sabiduría y a la comida del tiempo mesiánico… Es Él quien se acerca a cada uno y reparte

En la Diócesis no nos reúne, ni la carne ni la sangre, ni el interés, ni la cultura: nos reúne la fe que es don de Dios. En la Eucaristía sentimos la Iglesia, nos encontramos y nos reconocemos en la comunión de Cristo Resucitado.