Fecha: 5 de noviembre de 2023

Me gusta recordar que los cristianos formamos una verdadera familia, la familia de los hijos de Dios. Una familia en la que todos somos importantes porque todos tenemos un papel, una misión a través de la vocación concreta que Dios nos ha dado a cada uno.

En esta familia nacemos cuando somos bautizados y recibimos el don de la fe, en esta familia se santifican muchos hijos de Dios, cuando unen sus vidas en el sacramento del matrimonio, cuando nuestros enfermos son acompañados y consolados, cuando nos reunimos para rezar por los difuntos y nos despedimos de las personas queridas. Nuestra pertenencia a la Iglesia la vivimos y la expresamos, sobre todo, cuando nos reunimos para celebrar la Eucaristía, el Misterio Pascual del Señor que se hace presente para nosotros.

En esta familia, a lo largo de la vida, crecemos y nos alimentamos en la catequesis de los niños, en los grupos de jóvenes y de matrimonios, en las conferencias y jornadas de formación, en los centros educativos o en los grupos de revisión de vida o de estudio del evangelio. Y de una forma muy especial vivimos nuestra condición de cristianos cuando somos solidarios con los demás hermanos y ayudamos a los más necesitados, a las familias más vulnerables y que viven en la precariedad, a las personas que viven sin techo. Toda nuestra vida se desarrolla en esa familia que es la Iglesia.

Todo esto debemos expresarlo también en el gozo de ser agradecidos. Agradecidos en primer lugar a Dios porque nos ha llamado a formar parte de esta familia en la que hemos recibido el don de ser hijos de Dios. Agradecidos a nuestros padres de quienes hemos recibido la vida y la fe. Agradecidos a los compañeros de camino con los que trabajamos y compartimos juntos. Y añado aquí mi agradecimiento a todos los que colaboráis con vuestra entrega y vuestra ayuda de tantas maneras en la vida y crecimiento de la Iglesia.

Permitidme recordar también que una manera de ser agradecidos es saber devolver algo de lo que hemos recibido, compartirlo con los demás, ayudar a los demás, colaborando a mantener y promover tantas obras de la Iglesia que nos hacen vivir la fe, experimentar el amor de Dios y vivir la caridad.

El Día de la Iglesia Diocesana, «Germanor», que celebraremos el próximo domingo, nos quiere ayudar precisamente a tomar conciencia de todo lo que hemos recibido y de la responsabilidad que tenemos de colaborar también económicamente al sostenimiento de la Iglesia en la medida de nuestras posibilidades.

Colaboradores así en la gran tarea de la evangelización en medio de nuestra sociedad en unos momentos no siempre fáciles. Colaboradores para que el amor de Dios pueda ser compartido con los más necesitados a través de Cáritas y de otras instituciones de la Iglesia que se dedican a los más necesitados, a través de las parroquias y otras realidades eclesiales. Pero, para que la Iglesia pueda seguir trabajando en esta tarea, necesitamos la ayuda material y económicade todos los que puedan hacerlo.

«Orgullosos de nuestra fe» es el lema de este año en este Día de la Iglesia Diocesana,«Germanor», del próximo domingo. Estar orgullosos es otra forma de expresar nuestro agradecimiento a Dios y a los demás a través de la Iglesia.

Por mi parte, os agradezco una vez más todo lo que hacéis y estoy seguro de que seguiréis haciendo para seguir colaborando corresponsablemente en la vida de la Iglesia y el anuncio del Evangelio, dedicando tiempo al servicio de los demásy también recursos humanos y materiales, a través de las colectas, donativos y suscripciones. ¡Que el Señor os lo agradezca también a vosotros!